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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Una entrevista sobre el Caso Papus...

Infokrisis.-A instancias de Helena S.T., respondo a unas preguntas sobre el atentado que tuvo lugar en Barcelona en septiembre de 1976, el llamado "Caso Papus". A pesar del tiempo transcurrido, 34 años, va siendo hora de recuperar la memoria histórica de hechos que están cerca nuestro y que se han cerrado de manera excesivamente apresurada. Me resulta imposible olvidar que tras este caso, hay la vida de una persona modesta y unos cuantos militantes que quizás hubieran merecido ir a la cárcel por otros delitos, pero no desde luego, por el "Caso Papus". He juzgado oportuno reproducir en infokrisis estas declaraciones textualmente.


- ¿Qué significó el atentado de El Papus más allá de los heridos y la víctima mortal... Qué significado y qué repercusión tuvo?


- Supuso un extraordinario impacto especialmente en la ciudad de Barcelona porque demostró que había gente que estaba dispuesta a matar a no importa quien por sus presuntas ideas políticas. Fue el atentado simétrico al atentado atribuido a gente de la CNT que mató a cuatro personas en el local Scala el 4 de enero de 1978. Ambos atentados -y otros muchos más similares que se cometieron en la época- tuvieron como consecuencia el aislamiento de los extremistas de derechas y de izquierdas.   

- ¿Cómo fue la actuación policial? ¿Se actuó con diligencia o con simbolismos? ¿Usted cree que las personas que se señalaron como culpables realmente lo eran?

- El grupo policial encargado de investigar aquella operación trabajó interviniendo los teléfonos habituales de los ultras más conocidos en la época en BCN, deteniendo finalmente a un grupo de activistas que hubiera podido detener muchos meses antes por otros atentados (incendio de una barraca de mendigos, artefactos explosivos en la librería PPC y en la Sala Villarroel, asalto con un herido grave en la sede del PSC de calle Canuda, y un largo etc.).

Toda la extrema-derecha de Barcelona (sólo en Fuerza Nueva había varios comisarios afiliados) sabía perfectamente quién había cometido esos atentados (concretamente tras los disparos en la sede del PSC, algunos de los asaltantes corrieron inmediatamente a refugiarse en el local de Fuerza Nueva -situado en esos momentos a menos de 100 metros de distancia en la misma calle Canuda delante del Ateneo y explicaron lo que acababa de ocurrir).

Sin embargo este grupo formado en torno a Juan Bosch, no fue detenido hasta el atentado al Papus. Eran los culpables perfectos: si habían cometido todas las agresiones y atentados anteriores... también podían haber cometido el del Papus. Hacía falta decir, que ese grupo estaba compuesto por confidentes habituales de la policía e individuos que vendían informaciones (habitualmente falsas) a Interviu y a otros medios de prensa (de hecho, fueron detenidos en la sala de espera de El Diario de Barcelona, cuando intentaban vender informaciones sobre un fantasioso atentado contra Tarradellas. Uno de estos elementos -Isidro Carmona-, unas semanas antes, se había atribuido en nombre de una inexistente "Alianza Apostólica Anticomunista" la desaparición de Eduardo Moreno Bergareche (a) "Pertur"...).

No, no creo que el grupo detenido cometiera ese atentado. La policía presionó simplemente un poco a los detenidos para que uno de ellos realizara una confesión en la que fallaba lo esencial: ¿quién había llevado personalmente la bomba? Era cierto que ese grupo había recibido unos cartuchos de dinamita por parte de Juan Gómez-Benet (ex-lugarteniendo de la Guardia de Franco en Lérida). Pero esos cartuchos -según me confesó la persona que lo había recibido, Juan Bosch Tapies- estaban exhudados, no servían absolutamente para nada. Y lo que es más curioso: Gómez-Benet había dado cartuchos inservibles... pero no había dado los detonadores. El tal Bosch, para colmo, se movió para buscar detonadores en Barcelona... y, entre otros, se los pidió a conocidos confidentes y colaboradores de la policía. El atentado escapaba a las posibilidades reales de este pequeño grupo activista.

En definitiva: los detenidos y procesados podían haber sido acusados de cualquier delito, pero no del Caso Papus. Como suele ocurrir en estos casos, resultaron detenidos los "culpables perfectos". Para alcanzar esa categoría, además hace falta no tener posibilidades de defenderse, ni saber hacerlo. Los acusados del atentado (no la docena y pico de detenidos en el primer momento) era gente muy joven, sin experiencia política, algunos completamente alocados, otros con tendencia a la violencia visceral, con mentalidad infantil, alguno con la inteligencia muy limitada (en un caso, incluso, este elemento fue alegado por la defensa en el juicio), otros susceptibles de ser manipulados por cualquiera. En fin, gente incapaz de planificar un atentado, en la medida en que, caractereológicamente, era gente visceral, capaz de cometer cualquier barbaridad instantánea, pero sin planificación.

En resumen: tengo la convicción moral de que el asesinato de Juan Peñalver Sandoval sigue impune.

En el momento en que se publicó la sentencia, nadie se preguntó ni cuál era el autor material, ni el autor intelectual, ni de dónde habían sacado detonantes los condenados, ni siquiera de dónde habían salido los explosivos (si a los detenidos se les ocupó el mismo número de cartuchos de dinamita que los que habían bajado de Lérida en el vehículo de Rico Cros -otros de los condenados- de dónde habían salido los explosivos....) simplemente eran culpables (y, desde luego, lo eran de muchos atentados y agresiones) y se evitó reconocer los agujeros negros de la sentencia.

Por cierto: al ser detenidos, los abogados de cubrieron la defensa en los primeros meses -de origen falangista- tuvieron un curioso comportamiento: en lugar de explotar la debilidad de las pruebas aportadas por la policía, convinieron en pedir la aplicación de la amnistía de junio de 1977. Si no recuerdo mal, el atentado al Papus, se produjo en septiembre de 1977... Lo más curioso del asunto es que uno de estos abogados, volvería a defender a los detenidos por el Comado Barcelona de los GAL. En lugar de aportar como defensa, en esa ocasión, que los detenidos habían sido instigados por policías con nombres y apellidos... solicitó la puesta en libertad por "actuar por motivos patrióticos". Argumentos en ambos casos que ningún tribunal regular hubiera considerado. Decididamente, con demasiada frecuencia los abogados defensores son los peores enemigos de los detenidos. En el caso de este abogado, no sorprenderá que su nombre constaba en la Jefatura Superior de Policía de Barcelona como confidente del IVº Grupo de la Brigada de Información, como mínimo hasta 1986.

-    ¿Cómo cambió la actuación policial hacia los grupos de la ultra derecha a raíz del atentado?

- No cambio. Fue la misma. La policía barcelonesa, contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, en general, nunca colaboró con la extrema-derecha... a pesar de que algunos de sus dirigentes tuvieran un origen falangista (por ejemplo, el coronel Apestegui que dirigió la Policía Armada durante un período y algunos más), pero como militares que eran les habían dado la orden de mantener el orden y esto iba también dirigido contra la ultraderecha. La policía antes y después del Caso Papus intervenía teléfonos de ultras, leía su correspondencia, mantenía confidentes y seguimientos. Solamente en algunos casos de falangistas vinculados a la Guardia de Franco, existía cierta ósmosis con los medios policiales. Quienes estaban fuera de esos círculos no gozaron del favor policial.

- ¿Cómo afectó el atentado a los grupos de la ultraderecha?

- A los grupos no les afectó directamente; siguieron realizando sus actividades habituales como si nada hubiera ocurrido. Solamente el Frente Nacional de la Juventud decidió realizar una campaña de solidaridad con los detenidos con la consigna: "Libertad Caso Papus - Son inocentes". Esta campaña dio fama al FNJ de activista y, a partir de aquí, tuvo un crecimiento importante en los 18 meses que siguieron.

De todas formas, globalmente, el atentado fue uno de los que contribuyeron a aislar políticamente a la extrema-derecha. Otros atentados similares (la matanza de Atocha) contribuyeron a lo mismo. Pero, cabría añadir, que aunque el atentado no se hubiera producido, la extrema-derecha tendía en la época a autoaislarse y no comprendía la transición que estaba en marcha, sin olvidar que los pactos de la transición imponían el aislamiento político de ese sector.

En el interior de la extrema-derecha hubo sospechas sobre los autores del atentado, pero en general, ni Fuerza Nueva, ni Falange Española, ni El Alcazar, se preocuparon del tema y pensaron siempre que no les afectaba. Algunos tuvimos la sensación de que estaba ocurriendo "algo" de lo que solo años después tuvimos conciencia de qué era: alguien estaba cometiendo atentados firmados por la extrema-derecha y por la extrema-izquierda para aislar a estas opciones y reforzar el centro político. Así se hizo la transición.

No es que una sociedad democrática aislara a los extremistas, sino que el aislamiento de los extremos políticos (que no terroristas) mediante provocaciones, facilitó que la sociedad transitara hacia el centro político. Hubo en torno a 200 muertos en la transición. Varias decenas de ellos iban incluidos en el "paquete" de provocaciones. Hubieran podido evitarse.

No estoy muy seguro ahora mismo de si el asesinato de Juan Peñalvert Sandoval entra dentro de este "paquete", lo que sí sé es que la policía no hizo lo suficiente para llegar al fondo de la cuestión y evitó por todos los medios investigar otros atentados con explosivos que en aquella misma época se cometieron, sin ir más lejos, en Valencia. A partir de aquí sólo puedo especular.


Quedaría, finalmente, por explicar mi posición personal. Nunca fui interrogado por el Caso Papus. Era lo normal: simplemente no tenía nada que ver. En aquella época (1977), yo estaba muy vinculado a elementos italianos de Avanguardia Nazionale y conocía muy bien que en Italia, prácticamente desde la postguerra, se habían utilizado atentados provocadores contra la extrema-derecha y contra la extrema-izquierda, según conveniencias políticas. Conocía a algunos de los detenidos y sabía perfectamente que no estaban en condiciones de planificar un atentado como el del Papus. Por algún motivo siempre he tolerado mal el que se acuse a alguien de crímenes que no ha cometido. La gracia (o la desgracia...) estriba en que años después, yo mismo sería acusado de un crimen similar (con resultado de cuatro muertes) cometido por un terrorista palestino en París (el atentado contra la Sinagoga de París de la rue Copernic) en 1980. La diferencia estriba en que, en Francia desde el principio, la policía sabía mi completa extrañeidad al atentado (el culpable fue detenido finalmente en el verano de 2008...). De ahí que este tipo de casos siga teniéndolos a flor de piel y conozca lo que supone que te acusen de crímenes que no has cometido.

(c) Helena S.T.

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