La Jacksonmanía. Un artículo de Alain de Benoist
¿Sobrevivirá el mundo a la muerte de Michael Jackson? Tal es la cuestión que es lícito plantear tras haber visto como se desarrollaba a escala planetaria una ola de "jacksonmasía" en comparación a la cual la "obamanía" de los últimos meses apenas era una broma.
Desde el anuncio de la muerte del cantante, todas las cadenas de televisión del mundo, o poco menos, se han transformado en "Jackson channels", "breking news" obliga. Desde el día de su muerte algunas cadenas no difunden más que los video-clips del inventor de Moonwalk. En Europa, las grandes cadenas generalistas cambiaron inmediatamente su programación haciendo desaparecer durante varios días toda información que no emanara de Neverland. Ni una palabra sobre la situación en Irán, sobre la guerra de Afganistán, sobre los atentados en Irak ¡Prioridad absoluta para Michel Jackson!
Luego, reportajes y homenajes se sucedieron vertiginosamente mientras que desde Los Ángeles a Tokyo pasando por París, Buenos Aires o Nairobi, reuniones espontáneas lograban agrupar a cientos de miles de alucinados inevitablemente provistos de su teléfono portátil y de sus reproductores mp3. La vida de Jackson no tendrá secretos para nadie, sus orígenes, su carrera, sus cambios de pies, sus éxitos (750 millones de discos vendidos), sus últimas actuaciones, sus momentos finales, sus hijos, sus finanzas, su herencia. Se sabrá todo porque es preciso saberlo todo, ese todo ahogado en un diluvio de ditirambos e hipérboles: "El mayor cantante de la historia", "los mayores super-ventas", "el más genial", "el más creador", el más, el más…
Esta emoción planetaria permite soñar. No cuestionamos el talento, real o supuesto, de Michael Jackson, como tampoco sus capacidades como cantantes (y menos aún como bailarín). Lo que cuestionamos, es el tratamiento de la información dado por los medios de comunicación. El hecho es que ningún acontecimiento mundial ha recibido tal "cobertura" mediática desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ninguno. Si mañana produjeran la muerte de Obama, la de Putin o la del Papa, sin duda harían diez veces menos ruido. Muchos periodistas profesionales convienen en reconocer: ¿cómo podría darse técnicamente más relevancia a cualquier otro acontecimiento? De aquí la pregunta: la muerte de Michael Jackson es verdaderamente lo más importante que ha ocurrido en los últimos diez años?
Los comentarios de los "fans" más histéricos dan lugar también a reflexiones. Desde California, las televisiones los han hecho desfilar ante las cámaras para rivalizar en el vertido de afirmaciones delirantes: "El mayor cantante de todos los tiempos", "El hombre más importante desde Jesucristo", "Es la muerte de un genio", "Serán necesarios años para superar el duelo", etc. Para los funerales de "Bambi", más de medio millón de solicitudes de entradas se han solicitado a lo largo de todo el mundo. Las subastas en e-Bay han ascendido a 100.000 dólares por ticket. En los EEUU, donde la histeria parece ser una componente de la vida social, se cuenta ya con varias decenas de suicidas en nombre de Michael Jackson. El planeta vacila. Estamos asistiendo casi al nacimiento de una nueva religión.
Ciertamente no es de ayer el que masas inmensas estén dispuestas a atravesar el mundo para asistir a un gran acontecimiento deportivo o musical, mientras que los partidos políticos, los sindicatos y las Iglesias apenas están en condiciones de movilizar masas, lo que también resulta extremadamente significativo de nuestra tiempo. Pero aquí, en materia de desmesura, todas las fronteras han sido franqueadas. La distracción es esto precisamente. La distracción en el sentido expuesto por Pascal: lo que distrae desviando la atención del resto. Lo que hace que todo desaparezca bajo la agitación del espectáculo, los ruidos, las luces multicolores y los videoclips. El "diversity management" que sólo perversos blasfemos aspiran a enturbiar.
En septiembre de 1995, 500 políticos y dirigentes económicos de primer plano, se reunieron en San Francisco bajo la égida de la Fundación Gorbatchev para confrontar sus puntos de vista sobre el mundo futuro. La mayor parte estuvieron de acuerdo en afirmar que las sociedades occidentales habían pasado a convertirse en ingobernables y que era preciso encontrar un medio para mantener mediante procedimientos nuevos su sujeción a la dominación del Capital. La solución adoptada fue la propuesta por Zbigniew Brzezinski bajo el nombre de "tittytainment",[literalmente: "entetanimiento" NdT]. término amable por el que hay que entender un "cocktail de diversiones enbrutecedoras y de alimentación suficiente que permitan mantener con buen humor a la población frustrada del planeta". "We are the world!" ["somos el mundo"], cantaba Michael Jackson. ¡Vaya mundo! El mundo, sin duda, del tittytainment. Un mundo sin salida de emergencia. Seamos francos: uno no puede sentirse particularmente feliz por vivir en un mundo en el que nada, estrictamente nada, cuenta más que la muerte de un rey de la música pop.
Alain de Benoist
(6 de julio 2009)
© Alain de Benoist - http://www.alaindebenoist.com/
© Por la traducción - Ernest Milà - http://infokrisis.blogia.com
Nota para la versión española: para completar la comprensión del conepto de tittytainment consultar dos webs:
- Entetanimiento: la propaganda del siglo XXI
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