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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

El Misterio de la Catedral de Barcelona. Los tres días de la pasión

Infokrisis.-La doctrina sobre los "tres santuarios" (de la cabeza, del corazón y del vientre) se expone en este capítulo, vinculándolo a determinados lugares y simbolismos de la catedral. Se alude así mismo a las dos potencias del "corazón espiritual", expresadas en el símbolos del cuadrado mágico de nueve casillas, análogo al símbolo del corazón irradiante que alternativamente desprende rayos rectos y ondulados.

 

El misterio de la Catedral de Barcelona
Primera Parte
Capítulo V
LOS TRES DIAS DE LA PASION



El templo se construye en tres días; o mejor aun: en tres ciclos. No en vano Cristo señalando el Templo de Salomón exclamó "destruirlo y yo lo reedificaré en tres días", son los mismos días que transcurren desde su muerte a la resurrección. En la clave de la bóveda mayor del presbiterio, colocado a casi 26 metros de altura, se encuentra grabado la muerte de Cristo en el Calvario. El Salvador figura en el centro de la escena a punto de expirar, a un lado, la Virgen, al otro San Juan y sobre todos ellos, el Sol y la Luna. El Mercurio mortificado en la cruz, la materia prima representada por la Virgen y, finalmente, el Aguila de Patmos indicando la presencia del elemento ígneo y sulfúreo. Sobre ellos, los principios activo y pasivo, colaborando en el desarrollo de la obra. La muerte crística es el preludio de la vida renovada. El San Juan que aquí aparece no es el Bautista -representación del "hombre viejo"- sino el Evangelista, el cantor del Verbo y del Logos.

Pues bien, el Adepto debe revivir en él el drama crístico y sentirlo no como un ejercicio intelectual o emotivo, sino con la realidad de la experiencia objetiva. San Juan anuncia en sus primeros versículos que "El Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios". Sostenemos -y antes que nosotros todos los verdaderos discípulos de la ciencia hermética- que este aspecto de la divinidad es el que corresponde al nombre de Emmanuel, con el que también se conoce al Cristo, "Dios con nosotros", que también puede ser traducido como "Dios en nosotros". Pero ¿y entonces? ¿dónde queda toda la doctrina católica de la unión de Cristo con el Padre? Este es llamado El Elión, literalmente, el "Altísimo". Realizando las transposiciones khabalísticas de las letras hebreas con su correspondiente valor numérico, el valor de ambas palabras es el mismo, 197. Así puede entenderse la duplicidad -desconcertante para quien desdeña la khábala como clave interpretativa del Evangelio juanista- de afirmaciones de Cristo que, en unas ocasiones dice "ser uno con el Padre" y en otras "ser distinto al Padre". El misterio no es menor que el de la esfera cuya superficie surge como proyección de un solo punto central que debería contener -como contiene, en verdad- en sí mismo, los infinitos puntos, que luego proyectados desde el centro a la periferia, forman la superficie del poliedro. El centro de la Esfera es el Uno, la superficie, lo Múltiple; a nivel racional, existe contradicción entre el punto generador y su proyección, y sin embargo, no por ello, la esfera es el cuerpo más perfecto, hasta el punto de que el mismo Orígenes de Alejandría ha sostenido que, "en el Día del Juicio Final, las puertas del Cielo se abrirán a los bienaventurados. Estos penetrarán rodando, ya que habrán resucitado en la más perfecta de las formas: la esférica".

San Juan, al poner, durante la Ultima Cena la cabeza en el regazo de Cristo anunció con este gesto que el primero a purificar es el que hemos definido como Santuario del Corazón, la sede de nuestra emotividad. ¿Por qué el corazón? En el corazón reside un doble poder. Existen varios retablos y representaciones del Corazón de Jesús en nuestra santa Catedral; una de las capillas laterales próximas al crucero, puede verse una imagen de Cristo, con un corazón llameante y dorado en su pecho. Es el fuego que quema y depura, calcina y luego, ya en un corazón transformado, sigue irradiando transformado en fuente luminosa que impregna al adepto. Todo esto equivale a conceder al corazón un doble poder: destructor y creador. Así se le puede ver en muchas representaciones de la iconografía medieval desprendiendo rayos alternativamente ondulados y rectilíneos. Es el símbolo de una acción bidireccional: destructora del hombre viejo, generadora del hombre nuevo. El corazón, como el Sol físico, puede dar vida mediante su calor o quemar por su fuego. El Corazón de Jesús está representado por el número 5 que es el valor numérico de Leb, corazón. Este número 5 se encuentra situado en el centro del cuadrado mágico de nueve cifras, rodeado alternativamente de números pares e impares, los números de la muerte y de la vida, del poder destructor y del poder creador, de la misma forma que el corazón de Jesús se representa en la iconografía católica rodeado por rayos irradiantes, alternativamente rectilíneos y ondulados. Estos rayos hacen referencia, igualmente, a la doble natualeza de la Luz, partícula material y al mismo tiempo vibración energética. De ahí que el Sagrado Corazón, el Corazón Espiritual y el Sol, sean asimilables y, de hecho, al aludir a uno de ellos, se está haciendo referencia, también, a los otros dos.


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1    5    9
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El Corazón de Jesús que nos muestra la Catedral barcelonesa entra perfectamente dentro de esta descripción al tiempo que encierra una enseñanza hermética. Si hemos empezado por el Santuario del Corazón es porque solo en él existe esa doble potencia; allí donde radica el núcleo de espíritu divino, ahogado desde la Caída. A medida que disminuye el poder del corazón del hombre viejo, empiezan a percibirse las primeras luces del cambio. [Foto 18.- EL SAGRADO CORAZON DE JESUS, EN UNA CAPILLA LATERAL]

Luego le toca el turno al Santuario de la Cabeza, sede del pensamiento dual, de donde deriva la imagen que nos hacemos del mundo y de nosotros mismos. Una vieja leyenda barcelonesa alude a San Severo, titular de una capilla lateral situada junto a la de San Marcos está representado también en la clave de bóveda situada en la nave lateral izquierda, cerca del trascoro. Es ya de por sí significativo que en la parte superior de la capilla, pueda verse al Santo con los atributos del peregrino; allí también está representado su martirio. Su leyenda y su mito es lo suficientemente ilustrativo como para que merezca figurar en estas páginas; había sido elegido obispo de los primeros cristianos barceloneses en un momento en que estos estaban enfrentados y divididos. Hubo de entrar una paloma en la catacumba donde se celebraba el cónclave para que todos los presentes tuvieran al ave como un signo de predestinación, pues se posó en la cabeza de Severo... Al iniciarse la persecución, los cristianos marcharon con su obispo al frente al Castrum Octavianum -hoy lugar donde esta emplazada la iglesia y el claustro de San Cugat del Vallés- y después de encontrar a quien luego sería Sant Medir, aproximadamente en la zona hoy ocupada por el Parque de Güell, el grupo fugitivo resultó apresado. Severo fue muerto con un clavo que le atravesó el cráneo y que aun se conserva en un relicario en la Seo. Otra leyenda, atañe igualmente al Santo, cuya esposa se opuso por todos los medios a que fuera elevado a prelado. La mujer, acalorada, murió en el curso de la discusión y fue enterrada en la Seo -la ingenua leyenda no aclara en qué Seo era, pero deberá disculparse la ligereza de quien la ideó por que no son los datos contrastables los que nos pueden interesar-; unos años después murió, así mismo, la hija de Severo, pero cuando fueron a enterrarla junto a su madre, vieron que el cuerpo de ésta se había hinchado desmesuradamente y cabían, junto a ella, doce difuntos más. Severo entendió que su esposa aún seguía enfadada por la discusión habida el día de su muerte así que le susurró unas dulces palabras: "Severa, desinflati i deixa lloc per la Severeta", cosa que hizo al punto.

Si la primera leyenda -la de Sant Medir- nos habla con toda claridad sobre la purificación del Santuario de la Cabeza y la muerte del pensamiento dualista, habrá que recurrir al Evangelio de San Juan para entender la segunda. Después de haber derramado agua del Jordán sobre Cristo, el Bautista es preso y decapitado. Se le extirpa el Santuario donde reside el pensamiento egótico dualista y con él caen los doce pares de nervios craneanos, simbolizados, en la leyenda barcelonesa por el cuerpo de Severa, la esposa del obispo santo, hinchado hasta doce veces su volumen... Gracias a esos nervios y al órgano al que van conectados, el Ego crece siempre, más y más, como el cadáver de la esposa del Santo barcelonés...( )

Purificado el Santuario de la Cabeza, la fuerza irradiante nacida desde el corazón y que ha ayudado en el trabajo anterior, desciende hasta el vientre. Juan nos habla de ello en su Evangelio. Es el momento en que Cristo crucificado y agónico es atravesado por un lanzazo en el costado; así murió Cristo y así muere también nuestra instintividad. El Ego ha sido completamente derrotado, se produce una negrura absoluta -el "negro más negro que el negro" de los hermetistas, el "cuervo negro" de los alquimistas-, la muerte y putrefacción del compuesto. Otras iconografías presentan la purificación de este Santuario con la imagen sugestiva de la lucha contra el dragón ígneo y así figura en el templete del claustro con la estatua de San Jorge y su clave de bóveda referida al mismo tema, sobre el que volveremos más adelante.

Justo en ese preciso momento el adepto siente de manera objetiva, en la base de la columna vertebral, el desarrollo de una fuerza inconmensurable en poder transfigurador y percibe como se alza a lo largo de sus 33 vértebras, se desparrama por sus costillas y abrasa su corazón, para alcanzar luego su cabeza. Gracias a esta fuerza se engendra el "cuerpo de gloria" manifestado por Cristo en su triunfal resurrección. Al desconsuelo que hace gala la madre del Salvador en el tímpano del pórtico de la Piedad, seguirá la resurrección: el hombre nuevo está transfigurado.

(c) Ernesto Milá - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción total o parcial de este texto

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