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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Por qué Irán no es creíble ni fascinante. Gabriele Adinolfi

Infokrisis.- Los blogs expresan opiniones personales de sus propietarios. Por lo tanto, lo normal es que un blog sea escrito por su padre reconocido. Fieles a este principio, han sido raros los artículos que hemos reproducido en infokrisis debidos a la pluma de otros autores, sin embargo, el artículo que nos envía traducido un querido amigo, merece ser reproducido para evitar confusionismos. Sería difícil expresar nuestra toma personal de posición sobre esta cuestión más clara y argumentadamente que lo hace nuestro amigo y camarada Gabriele Adinolfi. Reproducimos pues éste texto que suscribimos plenamente.


Por que Irán no es creíble ni fascisnante.

Gabriele Adinolfi


¿Irán es ese enemigo de Israel y de los EE. UU que todos creen? ¿O en qué medida repite un guión, tal y como en el pasado fue el caso de la Unión Soviética? Intentemos entenderlo, fiándonos no de las palabras sino de los hechos.

Los jueguecitos detrás del escenario

1.    En 1979 en plena revolución islámica los iraníes capturaron muchos rehenes americanos. En junio de 1980 el ayatollah Jomeini se inclina por la liberación de los rehenes. En octubre, en el hotel Enfant Plaza de Washington, McFarlane, James Baker, futuro secretario de Estado americano y el director del espionaje israelí Ari Ben-Menashe, se reúnen con el representante iraní Omshei. Después de este primer encuentro, desde el 17 de aquel mes en París, en el Hotel Ritz, se reúnen por tres días los representantes israelíes, los americanos (entre ellos los jefes del espionaje Bush y Casey) y los iraníes. Los israelíes ruegan en diversas ocasiones a los iraníes que retarden el mayor tiempo posible la liberación de los rehenes. Quieren que Carter sea vencido por Reagan, hombre por el que el sionismo ha apostado. La liberación de los rehenes permitiría, por el contrario, al presidente saliente ser reelegido; pero este hombre es odiado por Tel Aviv porque su acuerdo en Camp David con el presidente egipcio Sadat les ha obligado a retirarse del Sinaí. Es importante hacer notar que la venganza israelí contra el sucesor de Nasser será consumada poco tiempo después por los “Hermanos Musulmanes” mostrándose así como tontos útiles para el Mossad.

Después de los tratos secretos con «el Gran Satán», los iraníes deciden postergar la liberación de los rehenes permitiendo a Reagan ser elegido, exactamente como los israelíes habían pedido.

2.    Al mismo tiempo (23 de septiembre) ha estallado la «Guerra del Golfo» entre Irán e Irak. Se cree que Irak ha sido lanzado por los EE. UU contra Irán. La opinión pública sin embargo no está al corriente de que Irak está intentando equilibrar las diferencias nucleares con Israel y que, para impedir esto, la aviación israelí ha abatido el 27 de junio de 1980 el DC9 de la compañía Itavia en tránsito por el cielo de Ustica. En Tel Aviv se creé que en aquel vehículo se encuentra el uranio enriquecido para Saddam. Dejando aparte esta tragedia impune que tendrá un corolario en la masacre israelí(1) de la estación de Bolonia, nos damos cuenta de que precisamente mientras Bagdad está ocupado en la guerra contra Irán, la central nuclear iraquí de Osirak es destruida el 7 de junio de 1981 por la aviación israelí. A la luz de esto es lícito preguntarse: ¿el motivo de la Guerra del Golfo era verdaderamente el debilitar a Irán como nos han siempre dicho, o más bien frenar el único serio adversario de los israelíes –Siria aparte– después de la desnasserización de Egipto, o ese Irak que incluso bombardeará Tel Aviv nueve años más tarde?

3.    En 1986 estalla el escándalo del Irangate. Se descubre que los americanos han abastecido armas a Irán (al margen de a Irak) durante la Guerra del Golfo mientras los israelíes han desempeñado el cargo de abastecedores y de mediadores. Se tenga bien claro que, durante todo el conflicto, los americanos tendrán relaciones con ambos contendientes, los israelíes sólo con Irán. Arrastrados por el escándalo, los americanos dirán que las armas se habían cedido a Teherán a cambio de los rehenes. Pero es una falsedad clamorosa visto que los rehenes americanos habían sido liberados el 20 de enero de 1981 mientras los misiles se habían vendido a los iraníes al menos hasta 1985... Téngase en cuenta, en passant, que el escándalo del Irangate había estallado gracias a unas revelaciones del semanal libanés pro-sirio Al Shiraa que de esta manera entendía denunciar la no fiabilidad iraní.

4.    Por lo demás, analicemos la operatividad iraní en este cuarto de siglo, dotándonos de una mínima objetividad, no puede eximirse de poner de relieve cómo ha sido enteramente dirigida hacia una política que mira la hegemonía regional. Incluso en la Palestina ocupada, los iraníes han desempeñado el papel de polo catalizador que se ocupaba de debilitar la autoridad palestina y la causa nacional (que como tal no es ni considerada desde una óptica teocrática). Difícil reconocer una función positiva para Palestina en la política iraní; mucho más libre claro es ver un co interés con Israel en el desmenbramiento de este pueblo martirizado.

5.    Si el cinismo y el oportunismo iraní en Palestina es en todo caso motivo de análisis, resulta escandaloso cuando hablamos del Irak de hoy. El presidente fantoche de Bagdad, aquel talibán con la fuerza de un apoyo popular inferior al 9% que habría «liberado» el país, ha sido respaldado públicamente por el líder iraní Ahmadinejad(2) que les ha asegurado el apoyo político. Pero todavía hay más: los iraníes adiestran los escuadrones de la muerte chiitas de la SCIRI que torturan, masacran y abastecen de apoyo militar y policial a los invasores americanos y a los departamentos especiales israelíes. Claro está no participan en esta ignominia todos los chiitas del Irak, pero cierto es que lo hacen aquellos enlazados directamente con Teherán. En particular los secuaces de los ayatollah Al Sistani y Al Hakim que han entrado en masa en las fuerzas de policía que obedece al ocupante.
 
6.    Desde hace pocos días la noticia que Bush pretende abrir relaciones diplomáticas con Irán. Tales relaciones, en cualquier caso, habían continuadas bajo mano, en tanto que importantes exponentes de la administración americana, como Douglas Feith y Michel Ledeen –que estuvo entre los principales organizadores de pistas confusas por la masacre de Bolonia– han sido indagados en su patria por relaciones ambiguas con una potencia «enemiga».

No es un discurso «contra» Irán.

Con todo esto no quiero decir que Irán sea el fantoche de Israel o el aliado de los Estados Unidos. Sostengo que, ni más ni menos de cuanto sucedió con la Unión Soviética, se comporta como una cínica potencia que persigue sus propios intereses, instrumentalizando y traicionando la fe de los demás cuando es necesario. Un día, quizá, ya no le será más concedido a Teherán jugar de manera desenvuelta y no se excluye que la situación se convierta en ese momento explosiva; a causa de Turquía, la rival local: o del avance americano hacia Asia Central o, finalmente, porque Israel no tolera que existan sujetos demasiado fuertes en el área: ha reforzado el Irán en clave anti-palestina y anti-iraquí pero ahora es posible que quiera debilitarlo.
Cuando se verifique una crisis importante será natural, por parte de todo hombre libre, tomar partido por el pueblo y por la nación iraní; ni más ni menos de como debería suceder para Corea del Norte o para cualquier otro país amenazado.

Atribuir a Irán significados que desempeña en la comedia política, pero que no corresponden en ningún caso con la práctica, es, en cualquier caso, un deformante vicio de lectura, frecuentemente determinado por un transfer que no estaría mal psicoanalizar. El discurso sobre las necesidades psicoanalíticas por buena parte del áreas guetizadas nos llevaría muy lejos y lo afrontaremos en otro lugar.

Aquí atengámonos al significado político real (no subjetivo) de algunas tomas de posición fanáticamente partisanas. El extremismo islámico, en todas sus formas, es cualquier cosa menos ir en contra a las potencias dominantes. La absolutización monárquica y/o teocrática ha servido para desintegrar ese fenómeno socialnacional, laico, inspirado en los modelos del Eje y para hacer degenerar en tal manera la causa árabe, debilitando contemporáneamente a Europa. Los principales aliados de los EE. UU. son Arabia Saudita, Kuwait, Jordania, Marruecos, Emiratos Árabes y Pakistán, países, todos ellos, con una fuerte imagen islámica. Libia desempeña la función de falso opositor y de payasesco vasallo; del Irán ya lo hemos dicho.

En cuanto al así llamado «terrorismo islámico» hay que recordar que ha sido encuadrado, organizado y quizá incluso en buena medida concebido por los EE. UU. y por Israel; generalmente con la participación del Pakistán y de las mafias bosnias. Al Qaeda es una criatura de las superpotencias; el terrorismo checheno es subvencionado por la alta financia en clave anti-rusa. Los mismos Hermanos Musulmanes han sido utilizados en Egipto para la más grande gloria de Israel; el FIS en Argelia ha sido durante tiempo sostenido por los EE. UU. Incluso Hamas en Palestina tiene extrañas protecciones anglo-americanas y goza de una aurea de impunibilidad en su fábrica de suicidios(3).

No es un discurso «contra» el Islam

Si prestamos atención: no es una razonamiento anti-islámico. Soy un partidario encarnizado del derecho (es más, del deber) de cada pueblo de mantener y cultivar costumbres y creencias propias cada uno en su casa. No creo por lo tanto en el «conflicto de civilizaciones» que considero un escamoteo israelí-americano que tiene que ser rechazado. Rechazado, no invertido. Por lo que respecta al Islam, tengo una pasión por el comandante Massoud y no sólo porque ha sido asesinado. Tengo una gran consideración por la obra de islamización socioexistencial que el jeque Yassín está llevando a cabo en Marruecos y que viene obstaculizada por el monarca local, pretendido descendente del Profeta, que junto a todos los monarcas musulmanes es uno de los pilares americanos en el mundo árabe. Manifiesto, por el contrario, una aversión política y humana por el llamado terrorismo islámico que, mediante su gran aliado pakistaní, EE. UU e Israel han concebido, alimentado y desencadenado en todas sus formas (Al Qaeda como la guerrilla chechena). Creo que ha sustituido el lugar del enemigo/fantoche comunista y que permite a EE. UU mantener y hacer prosperar su dominio. Desde aquí parto en mi condena política por la función instrumental del integrismo; así como de aquí nace mi desconfianza total hacia el regimen de Teherán.

Quiero decir con esto que la gestión política mundial procede desde hace sesenta años según formato bien preciso. Es así cómo se mueven los americanos. Estos formatos no se renuevan nunca: hay una «Tesis» (el comunismo invasor, las potencias del mal, el terrorismo organizado), con una «Antítesis» (el anticomunismo, el conflicto de civilización) y una «Síntesis» que no es otra cosa que la meta preestablecida a Nueva York (y en subordinación a Washington). Aceptar la «Antítesis» quiere decir ayudar a quien dirige; rechazar la «Antítesis» aceptando la «Tesis» (en este caso la valencia revolucionaria del terrorismo islámico o aquella del regimen de Teherán) nos lleva al mismo resultado. La totalidad se mueve sobre la falsa línea de la «estrategia de la tensión». Es necesario siempre escoger una tercera posición.

Se debe entender cuál es el verdadero juego, partiendo del axioma que nada es como se presenta. Conociendo los formatos con los que los americanos han actuado desde hace sesenta años, comprender la realidad más allá de la ficción no es tan arduo.

Pero no confundamos inquisición y Tradición

En conclusión, el mío no es ni tan sólo un discurso anti-iraní. Que no pruebe ninguna simpatía, estima o atracción por su sistema es otra cosa, pero sus propios asuntos no son cosa mía; afortunadamente no soy un globalizador ni tengo intención de serlo. Si a ellos les gusta un régimen puritano, prohibicionista, fanático y corrupto son muy libres de tenerlo. Si necesitan de «guías espirituales» que prometen el paraíso o la vida eterna para poder marchar erectos; si, en definitiva, deben caminar con prótesis, que lo hagan libremente, mientras no busquen, ellos como cualquier otro «teócrata», cortarnos las piernas. Si no les gusta el vino, el cerdo y el Eros, son muy libres de pertenecer a OTRA civilización respecto a la mía y a OTRA visión del mundo. Y yo soy libre de defenderla de ataques de los demás, como defendería a otros de sus ataques.

No estoy en todo caso dispuesto a caer en la superficialidad de los extremistas (los «adolescentes» de la revolución) porque son radicales (o sea arraigados) y no me gusta que me tomen el pelo ni emborracharme con habladurías rimbombantes. Por esto intento de levantar la «persiana» para ver que hay; y siempre por este motivo insisto en gritar «el rey está desnudo».

Añado que rechazo la exaltación de un régimen teocrático que serpentea aquí y allá en cierta parte del «precipitado» político post/neo/fascista. En primer lugar porque aborrezco todo genero de teocracia y cualquiera que instrumentalice la idea y el nombre de (cualquier) Dios para el propio poder, para imponer a los hombres reglas que lo aprisionan y que le impiden precisamente alcanzar la búsqueda de Dios dentro de sí mismos. Pero ése es un discurso que nos llevaría demasiado lejos.

Finalmente, que es más importante, rechazo el rencor reaccionario que se enmascara detrás de intentos revolucionarios (el antiamericanismo, la defensa del Tercer Mundo) sólo para exaltar un andamio estatal formado de prohibiciones, inquisiciones y represiones.

Quien confunde la «revuelta contra el mundo moderno» con la exaltación del oscurantismo –de cualquier genero de oscurantismo– nada tiene que ver con la tradición histórica, política, cultural que a mi interesa, que nace en la noche de los tiempos, que se hace consciencia activa en la Hélade y Civilización en Roma y después de una larga convivencia con la banalidad retorna prepotentemente a proponerse en versión heroica en el «siglo breve» de la primera mitad del Novecento (4) .

Gabriele Adinolfi

Notas:

(1) El actual debate en curso acerca de quén fue el ejecutor de la masacre de Bolonioa (Kramm, la «súper logia» de Montecarlo, los servicios secretos) no atañe a los «mandantes» y las organizadores de la operación. Los cuales son patentes, visto que reivindican por escrito las propias responsabilidades, como ha hecho el Mossad, que considera que fueron precisamente los halcones sionistas quienes sugirieron y organizaron las «desorientaciones» pertinentes.

(2)Todo el vocifería hecho sobre la afirmación pública de Ahmadinejad a propósito de la negación del derecho de Isreal a la existencia es bastante sospechosa. No sólo porque Ahmadinejad no se habría expresado exactamente en esos término, sino porque esta tesis es un estribillo desde siempre en gran parte del mundo árabe. Si se han encendido los reflectores sobre estar afirmaciones significa que EE.UU y/o Isreale han decidido presenar a la opinión públcia occidental a Irán como el enemigo (es indicar a los extremistas su Golstein de Gran Hermano). Si esto es sólo una farsa, o, por el contrario, precede a un cambio rela de las relaciones, no podemos decirlo a fecha de hoy.

(3) En los territorios ocupados, o más bien bajo control israelí, existe una fundación que se ocupa de la ayuda psicológica y práctica de los parientes de los guerrilleros suicidas. Esta fundación, está dirigida por Hamas, y financiada con capital anglo-americano. De ahí salen regularmente los nuevos «suicidas». Israel, que tiene el poder de hacer lo que quiere en cualquier parte, que no respeta vidas, leyes o formas en algunas partes del globo, no es capaz, sin embargo, de erradicar esta institución no de impedir que sea aprovisionada de fondos...

(4) Siglo XX (N. del T.)

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