No a Turquía en la UE (VIII). El petróleo del Caspio en el fondo de la cuestión
Infokrisis.- A dos años de la primera "revolución naranja", la ucraniana, los hechos no pueden ser más desalentadores, tanto para este país como para Georgia que habían depositado sus esperanzas de avanzar en estos movimientos de renovación política. El problema no sería tan importante si no fuera por que los países ribereños del Caspio se encuentran todos en la misma situación y... son, al mismo tiempo, primeras potencias petroleras.
El fracaso de las “revoluciones naranjas” está pesando como una losa sobre el proceso democratizador de las repúblicas exsoviéticas del Cáucaso. Es más, esas repúblicas han caído en manos de aventureros, estafadores y mediocres. Se calcula que en el Kirguistán de Balaiev el 25% de los diputados electos son, simplemente, estafadores. Pues bien, esta zona inestable, caída en manos de políticos sin escrúpulos y sin orientación, es la alternativa más viable al petróleo de Oriente Medio.
A finales de los años 90, algunos grupos de presión petroleros, formados por neo-conservadores norteamericanos, planificaron distintos oleoductos que conducirían ese petróleo del Caspio evitando que pasara por Rusia.Se proponían construirlos desde Azerbaiyán a Occidente y desde Kazajastán hacia el Este y el Oeste. La idea era que contra más oleoductos bombearan petróleo del Caspio hacia EEUU, más seguro sería el suministro.
Hoy se calcula que las reservas totales de las antiguas repúblicas exsoviéticas del Sur se sitúan en torno a los 120 millones de barriles de petróleo y su explotación, de mantenerse el actual ritmo de producción, se prolongará durante 20 años. Parece difícil que ni siquiera los cinco países ribereños del Capio logren ponerse de acuerdo en la explotación de las riquezas que allí se ocultan. Mientras que los iraníes argumentan que el Caspio es un lago, más o menos grande, pero que no justifica aplicar el derecho marítimo a la hora de pactar el reparto de sus riquezas y, por tanto, de lo que se trata es de repartír “equitativamente” tales riquezas. Los otros cuatro Estados, opinan justamente lo contrario. Claro está que Irán es el país al que le ha tocado la peor parte en la distribución de esta cuenca petrolífera. En el momento de escribir estas líneas se ignora como concluirá la polémica en torno al intento de Irán de convertirse en un nuevo socio del club nuclear, pero, en cualquier caso, el tira y afloja en torno a este tema, supone un riesgo añadido a la situación política de la zona.
Además, esta zona carece de estabilidad política. Esta inestabilidad empieza en Turquia y termina en el Este chino. Existen fotos de violencia multiétnica en Daguestán , Azerbaiyán y Armenia continúan su lucha en torno al enclave de Nagorno-Karabaj, Armenia se encuentra actualmente en trance de verse despoblada a causa de la presión insoportable que ejercen sobre ella Turquía y Azerbaiyán, Kazajastán tiene un desarrollo, como Arabia Saudí, basado en el petróleo y, al igual que el país de los Saud, las libertades políticas son un sueño; Azerbaiyán es casi una monarquía, el presidente Gaiday Aliev, fallecido en 2004, fue sustituido por su hijo, y, como era de esperar, las libertades formales siguen ausentes; pero está la cosa en Turkmenistán, que se ha definido como el más retrógrado de los regímenes de la zona; y, en lo que se refiere a Rusia, Putin está empeñado en restaurar la autoridad del Estado –algo legítimo- por encima de cualquier otra prioridad –algo dudoso-
En estas circunstancias, los EEUU han proyectado su poder en la zona, utilizando como excusa los extraños atentados del 11-S. Ha constituido en Georgia y otras repúblicas de la zona, pequeñas bases militares de las que el sociólogo Emmanuel Todd dice que, en caso de conflicto, serán rehenes más que bases operativas. Además, la presencia de esas bases ha excitado la posición antiamericana de las poblaciones y ha alertado a Rusia sobre las pretensiones de EEUU.
Pero un nuevo factor ha entrado en juego en los últimos años. El despegue económico de China hace que buena parte del petróleo del Caspio vaya a engrasar los polos industriales de reciente creación en ese país. Pero hoy sabemos, a raíz de la lectura de las actas del llamado “Grupo de Shangai” (que incluye a Rusia, China, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán), que la política china excluye la presencia norteamericana en la zona y, desde luego, es conocedora del impulso pro-norteamericano de las “revoluciones naranja”. Así mismo, China es perfectamente consciente de que está obligada a pactar una política comun para la zona, con Rusia. Y, como último factor, China, se opone decididamente al progreso de las fuerzas islamistas en zona en la medida en que estas fuerzas hacen causa común con los rebeldes uigures que actúan en el Oeste de sus propias fronteras.
Así pues, el llamado “espacio turcófono” es un avispero y se sitúa en el eje de intereses de tres grandes bloques euroasiáticos (la Santa Rusia en trance de reconstruir su poder gracias a la mano inflexible de Putin, China en la vía para convertirse en una gran potencia, y la Union Europea que precisa, como cualquier país desarrollado, un volumen creciente de petróleo) y de un actor ajeno a Eurasia (los EEUU que verían horrorizados como una entente euroasiática le excluía del pastel del Caspio).
Pero la potencia exterior a Eurasia tiene un peón en la zona que puede utilizar con la ventaja de que, solamente a través de ese peón, basta para desestabilizar a los tres actores euroasiáticos. Y ese país es Turquía.
© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es
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