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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

365 QUEJIOS (23) autoayuda

365 QUEJIOS (23) autoayuda

365 QUEJÍOS (23) – ESOS INFAMES LIBROS DE AUTOAYUDA

Hay gente que necesita muletas para caminar por la vida. Al parecer les da miedo hacerlo erguidos y solos. Hubo un tiempo en el que la religión era la muleta preferida por las masas. Y, desde este punto de vista, la religión era una forma de “autoayuda”. No es por casualidad, sin duda, que los mejores textos de este género de los dos primeros tercios del siglo XX fueran escritos por jesuitas o sacerdotes católicos. En cierto sentido, el famoso libro La imitación de Cristo, puede ser considerado como un verdadero manual de autoayuda (que, incluso, me atrevería a recomendar para quienes necesitaran algún texto de este tipo).

ME QUEJO DE QUE LOS LIBROS DE AUTOAYUDA FIGURAN HOY ENTRE LOS MÁS VENDIDOS POR MUCHO QUE EN SU INMENSA MAYORÍA SEAN PURA BASURA, MÁS PERJUDICIAL QUE OTRA COSA.

En los años 90 me dio por aparecer en distintos programas de radio en los que, frecuentemente, se aludía a esta temática. Era la época de Louise Hay, una rubia bote norteamericana que vendía autoayuda a cascoporro. El planteamiento era el siguiente: si te pasa algo malo, es porque tú, pedazo de capullo, tienes el mal en tu interior. A las personas buenas solamente les ocurren cosas buenas. Si las desgracias se abaten sobre ti, míratelo, porque debes ser un cabronazo que ni te cuento. Así pues, ¿quieres que te toque la lotería? ¿quieres llegar a donde te propones? Lo tienes a tu alcance: tienes que tener un comporamiento moral irreprochable. Y se quedaba tan ancha…

El resultado era todavía peor: la suerte no depende de que seamos moralmente rectos o unos absolutos capullos integrales; el amor depende de muchos factores e incluso es más probable que a las chicas les gusten los chicos malos que el monaguillo de la parroquia y en cuanto a la suerte en el trabajo, no depende de nuestra virtud, sino de que nos hayamos dotado de los conocimientos específicos para obtener las mejores vacante. Inteligencia - Suerte – Preparación – Experiencias serían los cuatro factores que deben estar presentes en quienes quieran tener un éxito moderado en la vida. Las tesis de Louise Hay tenían su lado oscuro.

Es evidente que nadie por el simple hecho de ser “buena persona”, justo, honesto, moralmente recto, va a mejorar su posición. Quizás se sienta mejor consigo mismo, pero ahí empieza y termina todo. Los lectores de Louise Hay trataban de mejorar, hacían esfuerzos por ser altruistas, por estar pendientes de su moral… pero su suerte no cambiaba, por lo que seguían pensando que hacían algo mal, que algo en ellos seguía siendo bajo y miserable. Unos meses después llegaba la depresión: “no consigo ser buena persona”. ¿Y cómo es eso? Les preguntaba el psicólogo. “Es que veo que no tengo suerte en la vida”. Que es como mezclar las churras con las merinas, la velocidad con el tocino, la gimnasia con la magnesia y la establecer nexos entre causas y efectos que no tienen absolutamente ninguna relación.

He conocido personalmente a muchos autores de autoayuda: unos escribían libros por encargo (alguno de esos textos escritos de manera desganada tengo en mi haber), otros vendían cursos de dudosa eficacia. Me hizo gracia que firmando libros junto a Pablo Coelho durante un fin de semana, la gente acudía a él como un gurú de la autoayuda cuando él era el primero en reconocer que lo único que había hecho era escribir novelas agradables. Sobre alquimia (su primer gran éxito fue El Alquimista) me reconoció que no tenía ni idea e incluso me preguntó algunos detalles sobre el particular por el que me interesaba en aquellos tiempos. El público que consume autoayuda es excesivamente ingenuo. De esos me quejo.

Los años 90 y la primera década del milenio fueron el período dorado de la autoayuda. Cuando trabajaba en redacciones de revistas, recibía todos los que se publicaban. Debí reunir en torno a 200-300 títulos. Impresionante. Hoy, están donados a la Bibliteca de Villena y algunos quemados en el Panadero nº 5, una estufa de las antes que calienta como las de antes. Hoy cuesta más de encontrar los libros de autoayuda y su espacio en las librerías se ha reducido: nadie puede seguir leyendo autoayuda década tras década sin mejorar su posición. Y cuando alguien mejora es consciente de que ha sido por su esfuerzo, por suerte o por preparación: NUNCA POR QUE HAYA LEÍDO UN LIBRO DE AUTOAYUDA.

Muchos editores y muchos autores pillastres, lo que hacen, a fin de cuentas, es AYUDARSE A SÍ MISMOS. Ni siquiera me quejo de eso: ME QUEJO DE QUE LAS MASAS TIENEN TRAGADERAS INCREÍBLES, QUE ASUMEN CUALQUIER BASURA DE AUTOAYUDA IMPROVISADO EN UNAS SEMANAS, CON LA FE Y LA DEVOCIÓN QUE OBRAS COMO “EL KEMPIS” MERECEN.

 

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