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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Podemos|inmigración

Podemos|inmigración

LA INMIGRACIÓN EN EL PROGRAMA DE PODEMOS.- El 14 de mayo del 2014, cuando Pablo Iglesias estaba en plena campaña de promoción, en el curso de un debate televisivo dijo aquella frase lapidaria: “No sobran inmigrantes, sino casta política y sinvergüenzas”. La frase cayó bien y fue una de las bases sobre las que se asentaría la fortuna del personaje en los años siguientes. En realidad, la frase ni era ingeniosa, ni real, sino que suponía mezclar la velocidad con el tocino y dar la espalda a uno de los grandes problemas del país. No es que la “casta” no fuera un problema, ni que dos años después los miembros de Podemos se hayan convertido en la “nueva casta”, sino que, además existía el problema de la inmigración masiva, generado por la antigua “casta” y aprovechado por la “nueva casta” para llevar el agua hacia su molino.

En los años siguientes, especialmente cuando Podemos tuvo que elaborar su programa electoral para las elecciones de 2015 y 2016, la posición de este partido ante la inmigración evidenció todas las contradicciones y la superficialidad de su dirección. Hay pues que diferenciar dos partes en la exposición: lo que dice Podemos en su programa sobre la inmigración y lo que olvida Podemos en su análisis “ideológico” sobre el papel de la inmigración en el mundo globalizado.

Lo que dice el Programa de Podemos

En el programa de Podemos titulado 125 medias para el cambio, todo el Capítulo 9 está dedicado a los flujos migratorios. Se trata de los puntos 160 a 168. Además de esto, el punto 36 trata sobre este tema. ¿Qué es lo que propone este partido concretamente?

El punto 36 coloca en el mismo saco a inmigrantes, mujeres desfavorecidas, víctimas de la violencia machista, desempleadas de larga duración y mujeres en situación de exclusión social un “Incremento de la dotación presupuestaria” dedicada a estos colectivos. ¿No hay otros grupos sociales con problemas? Por ejemplo: jóvenes españoles en paro, matrimonios jóvenes que quieren tener hijos, parados mayores de 50 años, licenciados universitarios sometidos al paro profesional… Si se trata de “apoyar” a grupos sociales en dificultades, desde luego, estos son muchos más de los enumerados por Podemos que responden a los tópicos habitualmente manejados por la izquierda y a su retórica sobre los “movimientos sociales”.

El punto 160 del Programa marca perfectamente la posición de Podemos: en una organización que no tiene el valor de reconocerse “marxista”, pero cuyo impulso doctrinal originario procede de ese sector de pensamiento, el recuerdo del “internacionalismo proletario” es sustituido por un concepto más tranquilizador, extraído de los boletines de la UNESCO. De ahí que propongan: “Implementaremos una política pública migratoria basada en la construcción de un modelo de ciudadanía social o universalista, que permita generar una ciudadanía activa e integradora para lograr la plena pertenencia a la comunidad y el acceso al pleno ejercicio de los derechos en el ámbito civil, político y social”. Se trata de la misma matriz ideológica utilizada por el zapaterismo: el “humanismo universalista”, el sustitutivo del “internacionalismo comunista”.

Al igual que el PSOE, para Podemos, el problema no es la inmigración (aunque en la sociedad española y en toda Europa sea un problema) sino la “xenofobia”. De ahí que en el punto 162 del programa propongan la puesta en marcha de un plan de lucha “contra el racismo, la xenofobia y cualquier otra forma de discriminación que afecte tanto a las personas de origen español que residen en el exterior como a las personas de origen extranjero residentes en España, en el que se prestará especial atención tanto al racismo social como al racismo institucional”. Tras esta aparente muestra de “ecuanimidad”, lo que subyace es un cinismo fundamental: hasta ahora no han existido denuncias de “racismo” por parte de ciudadanos españoles radicados en el extranjero, ni ningún dirigente de Podemos ha aludido a ningún caso similar: todos, siempre, absolutamente todos los dirigentes y cuadros de Podemos, han aludido siempre a “xenofobia y racismo” en España. A ningún otro.

Porque para Podemos de lo que se trata es de de adoptar una serie medidas que tiendan a regularizar a los inmigrantes que entran ilegalmente en España y hacerlo de la manera más rápida posible: los informes de arraigo deberán realizarlos los municipios y antes de tres meses, pasados los cuales se considerará el silencio administrativo como positivo (punto 162). En un alarde de inconsecuencia, Podemos propone “reducir las barrera existentes para el empadronamiento” (punto 162) ¿Qué  “barreras” son esas? ¿Existe alguna barrera para el empadronamiento? ¿Cuál? En realidad, uno de los problemas de los fenómenos migratorios en España consiste en el absoluto descontrol y la facilidad extrema con el que se realizan estos “empadronamientos” y que han conducido a fenómenos tan absolutamente absurdos como los “pisos patera”.

Demostrando el desconocimiento absoluto del fenómeno de la inmigración, Podemos propone el desarrollo de “campañas de información para fomentar el acceso a los servicios públicos y sociales destinados a la población inmigrante y de acogida, así como el conocimiento de sus derechos” (punto 163)... olvidando que la inmigración, desde el momento mismo en el que desembarca en España o salta una valla fronteriza, recibe esa misma información por parte de ONGs subsidiadas por el Estado y, antes incluso, ese tipo de informes entran dentro del precio que cobran las mafias de la inmigración para colocar al “cliente” en España.

Olvidando, igualmente, el papel decisivo de la inmigración en el aumento de la delincuencia en España, proponen, en el punto 164 “el fin de las identificaciones policiales basadas en el perfil étnico y en la nacionalidad”… lo que implica que al presentar una denuncia por algún tipo de delito, el denunciante deberá ingeniárselas para no dar un “perfil étnico” de quien haya cometido el delito, ni la policía tendrá la posibilidad de efectuar detenciones en función de tales “perfiles étnicos”.

Por supuesto, se manifiestan en contra de las “devoluciones en caliente” (punto 166) y exigen la aplicación de la ley en sus aspectos más garantistas y favorables para la inmigración ilegal. Piden, así mismo, el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (punto 167), con lo que hay que concluir que el inmigrante ilegal, a poco de entrar ilegalmente en España, tendrá movilidad y las autoridades deberán de limitarse a subvencionar su estancia y prepararle los papeles… a diferencia del inmigrante que quiera establecerse legalmente en España que, bajo su responsabilidad, deberá de pasa por un interminable sorteo de trabas administrativas,  limitaciones, retrasos y silencios.   

No en el programa de los 125, pero sí en otros documentos y declaraciones, los dirigentes de Podemos han exigido que los inmigrantes puedan votar, no solamente en las elecciones municipales, sino en las autonómicas y generales. Así mismo, proponen –fuera del programa- “sanidad universal” para todos. Así mismo,  además de negarse a las “devoluciones en caliente”, exigen también el “fin de los vuelos masivos de deportación”… Lo que está planteando Podemos, en la práctica, es que todo inmigrante que ponga sus pies en España, sea inexpulsable desde ese mismo momento.

Al igual que el PSOE, Podemos exige que se quiten las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla, no sea que quienes pretenden vulnerar la legalidad vigente, puedan hacerse daño… Y lo que ya es de traca: “Promoveremos la revisión del tratado bilateral con Marruecos para garantizar el estricto cumplimiento del principio de no devolución”… Y, como no podía ser de otra manera, Podemos, también como el PSOE, pide suprimir el test de nacionalidad española  y acortar los plazos para adquirir la nacionalidad española.

Lo que propone Podemos no es más que lo mismo que propone el PSOE, casi como si se tratara de dos gotas de agua. De hecho, es en materia de inmigración en donde ambos programas han surgido de la misma inspiración (el “humanismo universalista”) y es indiferente elegir entre uno y otro.

La madre de todos los errores de Podemos y del PSOE en materia de globalización

La crisis económica parece haber levantado a los españoles de su sueño. El modelo económico de Aznar que generó un crecimiento asentado sobre bases falsas (salarios bajos, inmigración masiva, construcción y acceso fácil al crédito) generó unas burbujas que estallaron dejando atrás un paro estructural absolutamente insalvable y una deuda de la que, desde hace tres años, solamente estamos pagando los intereses pero que no se reduce en términos absolutos. Con 5.000.000 de parados y un 25% de la población próxima al umbral de la pobreza, la palabra de la clase política ha dejado de ser intocable, los portavoces del régimen han perdido toda credibilidad y buena parte de la población ha visto a la “casta” como a los únicos beneficiarios del régimen nacido en 1978.

Pero es en la cuarta parte del programa originario de Podemos –“Recuperar la fraternidad, construir la democracia”– donde se percibe a las claras que alguien en Podemos no ha realizado un análisis correcto de la globalización y que la presión psicológica de los viejos esquemas de la izquierda marxista y de la socialdemocracia humanista–universalista se han impuesto sobre la racionalidad y la objetividad.

En efecto, uno de los parágrafos más largos del documento se titula: “4.3 – Derecho a tener derechos. Reconocimiento del derecho de los y las emigrantes”, su lectura implica un desconocimiento total de uno de los INSTRUMENTOS MÁS PODEROSOS DE LA GLOBALIZACIÓN: EL TRANSVASE DE POBLACIONES DE UN LUGAR A OTRO DEL PLANETA. Esto es, la inmigración masiva.

Podemos se niega a reconocer, en la tradición marxista, que el ciudadano nazca con una identidad y que esa identidad sea determinante para su vida futura. Y, sin embargo, todos nacemos sobre una tierra. Nacer en una tierra implica adquirir una cultura, unos valores, unas constantes culturales propias, esto es, tener una identidad bien definida. Nacer en otra significar tener otra identidad. Desaparecidas las identidades nacionales, locales, personales, lo que emerge es un totum revolutum indiferenciado y sin barreras ni diques de contención ante la globalización. Pero hay más. Si algunos opinamos que es preciso restablecer la dignidad y la potencia de los Estados es, precisamente porque estas estructuras implican barreras a la globalización.

El sistema mundial globalizado es una autopista de doble dirección cuyas direcciones tienden a optimizar los beneficios del capital. Una de estas direcciones tiende a deslocalizar las empresas desde el Primer Mundo a determinadas zonas del Tercer Mundo: China, Vietnam, especialmente. Allí la producción es más barata al carecerse prácticamente de coberturas sociales y el salario mínimo ser, entre un tercio y una secta parte que en Europa. Hay deslocalización, pues, para rentabilizar el capital y ganar “competitividad”. Y en sentido inverso, la otra dirección de la  globalización es promover las migraciones masivas de población de Este a Oeste y de Sur a Norte para conseguir que la inyección artificial de mano de obra excedentaria, obligue a reducciones salariales según la ley de la oferta y la demanda. Siendo la “fuerza de trabajo” un valor de mercado, estará sometido a las leyes de la oferta y la demanda: cuando más trabajadores aspiren a un mismo puesto de trabajo, más bajo será el salario que acepten como remuneración. Solamente un ciego puede negar esto.

Podemos lo hace porque se niega a aceptar el derecho a la identidad de los pueblos (acaso el primer derecho colectivo que exista), se niega a aceptar el derecho de prioridad de los nacidos en una misma tierra sobre el derecho de los nacidos en otras latitudes, se niega aceptar que el primer derecho de todo ser humano es poder vivir en la tierra en la que ha nacido, se niega a aceptar, en definitiva, la lógica del mercado y algo tan evidente como que la inmigración tenga algo que ver con los estancamientos salariales, la precariedad laboral y la pérdida continua de derechos sociales que corresponden inevitablemente –siempre según la “economía de mercado”– a un país con 6.000.000 de parados y un 25% bajo el umbral de la pobreza.

Podemos no ha entendido, pues, lo que es la globalización. Sus comentarios sobre la inmigración caen dentro de los tópicos de cualquier otro partido de izquierda y de centro–izquierda. Su análisis del fenómeno globalizador es pues incompleto, peligroso y engañador. No estamos discutiendo la dignidad de los inmigrantes, sino la obligatoriedad de aceptar a todos los que se quieran establecer en Europa. Si así fuera, 400 millones de africanos, probablemente más de 800 millones de asiáticos e incluso algún que otro pigmeo, ya se habrían instalado entre nosotros.

Podemos no ha entendido que precisamente los jóvenes, las clases trabajadoras y las clases medias son los más afectados por una inmigración en grandísima medida subsidiada: es el Estado el que paga la factura de una inmigración que solamente beneficia a las patronales en tanto que tira hacia debajo de los salarios. Se beneficia el sector privado, pagamos todos los contribuyentes.

La izquierda acepta tan fácilmente la inmigración masiva porque se ha creído sus propias fantasías sobre “igualdad universal”, “una sola tierra, una sola raza, una sola humanidad” y demás ensoñaciones. Ve en la inmigración a un “nuevo proletariado” que responda a las necesidades de su esquematismo arqueomarxista. Los mismos votantes de Podemos no advierten ni por asomo que la inmigración es responsable en buena medida de su miseria y de sus bajas expectativas para conseguir un puesto de trabajo digno. Porque los votantes de Podemos, en gran medida, coinciden con los “damnificados por la globalización” que deberían de estar más atentos a los procesos que les han convertido en “nazarenos” (aguantando su cruz sin esperanzas) de la globalización.

Cuando en el programa de podemos se propone: “Libre circulación y elección de país residencia y regularización y garantía de plenos derechos para todas las personas residentes en suelo europeo, sin distinción de nacionalidad, etnia o religión, con o “sin papeles”. Adecuación de la sanción por falta de documentación y visado en regla a su categoría de falta administrativa. Eliminación de las cartas de expulsión emitidas a las personas sin visado en regla o pasaporte tramitadas de manera automática en las comisarías. Garantizar a las personas indocumentadas los permisos temporales de residencia necesarios, hasta resolver administrativamente su estatus jurídico”… no es raro que los primeros en aplaudir incluso con las orejas tales declaraciones de intención ¡sean las patronales y los señores del dinero!, a la vista de que cuanto más inmigrantes haya en Europa más “competitividad” ganará el viejo continente, esto es, más se rebajarán los salarios… sin contar, por supuesto, con las consecuencias deletéreas que están teniendo estas migraciones masivas en las identidad de los pueblos. Digámoslo ya: cada vez que se difumina una seña de identidad de un pueblo, la globalización avanza.

Las cuatro páginas siguientes del parágrafo titulado “Conquistar la soberanía, construir la democracia”, retornan a la alternancia de medidas saludables e innecesarias, urgentes y tópicas, para rectificar el rumbo emprendido por la UE. En general, lo que están diciendo –y es perfectamente asumible– es que hay que reformar las instituciones europeas y modificar especialmente tratados internacionales, algo que podemos compartir.

Ya hemos expresado que si no se entiende el papel de la importación de inmigración masiva dentro de la globalización, no se entiende tampoco uno de los resortes para abolir las identidades de los pueblos, ganar “competitividad” y, por tanto, no se entiende siquiera lo que es la globalización. El análisis que todos los sectores de la izquierda han realizado del fenómeno es altamente incompleto.

Nunca la izquierda ha realizado una verdadera crítica a la globalización porque, en el fondo, sentían el fenómeno como un eco remoto de su internacionalismo proletario, ya impresentable y rancio. Por eso hablan eufemísticamente de “altermundialismo” u “otra forma de globalización”. Pero no hay una “tercera vía”. La disyuntiva hoy no es entre globalización y “altermundialización”, sino entre GLOBALIZACIÓN Y MUNDIALISMO de un lado, E IDENTIDAD de otro. En un mundo globalizado no hay identidades posibles, todo queda apisonado y homogeneizado: pueblos, etnias, culturas, naciones.

 

 

 

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