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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

¿Se van o no se van?

Infokrisis.- En estos momentos planea sobre la sociedad española una gran duda: ¿aumenta o disminuye el número de inmigrantes? ¿Y en qué número? No está claro y, por una vez, las estadísticas tampoco tienden a aclarar gran cosa. Hoy, lunes 4 de abril se han publicado los datos correspondientes al padrón municipal. Son confusos y, para colmo, el gobierno, a través de sus voceros –en este caso El País- tiende a confundir más a la población.

Los nuevos datos del padrón publicados hoy indican que el número total de residentes en España asciende a 4.700.000 millones de personas experimentando un aumento de más de un 0’3% en relación a las cifras anteriores correspondientes al 1 de enero de 2010. Es decir, que, en principio, a pesar de los avances informáticos, de la potencia de los nuevos procesadores, los datos que el gobierno se digna darnos son de hace 14 meses. Según el padrón las cifras de inmigrantes ascenderían hoy a 5.700.000 de inmigrantes de los que 2.400.000 serían comunitarios y 3.300.000 extracomunitarios, siendo en total un 12,2% del total de la población. Es, evidentemente, una mentira estadística.

La realidad es que el censo publicado a menos de un año de las elecciones generales es un censo “ideado” para tranquilizar a la población. De reconocer la situación real, la ciudadanía empezaría a preguntarse ¿cómo es que con la crisis económica actual y con 5.000.000 de parados, no solamente los inmigrantes no se van sino que llegan más? Para evitar esta incómoda cuestión, el gobierno y los voceros mediáticos que lo apoyan han inventado una nueva estrategia: la del fraude en el censo, que equivale a ser un nuevo fraude a la democracia.

¿Cómo se ha hecho este censo?

Se trata de ahorrar en lo esencial y seguir dilapidando en lo accesorio. El censo es esencial en una democracia porque cada ciudadano supone una parcela de soberanía nacional y, por tanto, un voto. Estamos en una democracia cuantitativa: y en matemática lo que cuentan son las cantidades absolutas y trabajar con datos reales, por eso el gobierno ha dejado de ser riguroso en la elaboración del censo. “Si lo hacemos es para ahorrar 200.000.000 de euros…” han dicho a El País, los portavoces del Instituto Nacional de Estadística.

Porque, a partir de ahora, el censo ya no se hace casa por casa… apenas es otra cosa que una “gran encuesta”. Este año toca realizar censo (se hace cada 10 años) y las cifras podrían ser demasiado espectaculares: será la primera vez que el censo se realiza con una presencia masiva de inmigrantes, por tanto, cuidado, porque pueden haber sorpresas desagradables para la identidad autóctona.

Este año, solamente el 10 de los hogares españoles recibirán la visita de encuestadores y deberán rellenar los formularios. Los datos se publicarán en otoño. Es evidente que falsearan la  realidad como ha venido haciéndose en los últimos 15 años. Cuando era evidente que estaba creciendo la inmigración a velocidad excesiva, primero el gobierno del PP y luego el del PSOE, minimizó la importancia del problema, restando una media del 20% del total en las cifras de inmigración. Pero este es el primer censo que se realizará con una inmigración masiva insertada en la  sociedad española. El censo que se publicará en otoño de 2011 ni será exhaustivo, ni será universal: será, como todo lo que ha hecho el gobierno Zapatero en los últimos siete años un censo voluntarista, irreal, buenista y último ejemplo de la política del avestruz o del médico que en lugar de reconocer que su paciente tiene fiebre y debe paliarla, se limita a romper el termómetro.

Antonio Argüeso, subdirector general de Estadísticas del INE ha expresado con una brutal claridad el criterio del gobierno en la materia: "¿Ponerse otra vez a contar a todo el mundo? Empezar de cero es una pérdida de tiempo y de dinero descomunal". Además, añade, hay “dificultades económicas”. Ese censo actualizado también demostraría que en casi 500 localidades el censo se ha adulterado para beneficiar a unos o a otros en las próximas elecciones municipales. Este fenómeno es especialmente visible en pueblos con menos de 1000 habitantes en los que un concejal y el propio ayuntamiento dependen de 50-100 empadronamientos. Los rumanos, en este terreno –comunitarios y, por tanto, con derecho a voto, han sido los protagonistas de este fraude especialmente en la costa mediterránea.

El censo “ahorrará” así una cuarta parte de la factura, pero, eso sí, no servirá absolutamente para nada, ni será un fiel retrato de la realidad española. Además, 40.000 personas que habían trabajado en el censo de 2001, no volverán a ser contratados… El cambio de sistema ha suscitado un debate en el interior del propio INI. Fuentes interiores del organismo han dicho que “Esto, en rigor, ya no es un censo”. En años sucesivos, bastará con “intuir” las cifras y hacerlas casar con la instantánea que un gobierno concreto quiera dar de su población, para ahorrar todavía más. En censo que no sirve para nada impide incluso planificar servicios sociales, redondear un modelo económico o, simplemente, saber cómo está realmente la pirámide de población.

Así pues, este censo que no es censo, es, además, ilusorio, engañoso y mendaz.

¿Qué dice la estadística de empadronamientos?

Dice demasiadas cosas. La primera de todas que la población española ha crecido hasta enero de 2010 en 129.788 personas. Se dice también que se han producido 146.855 “nuevos españoles” y que, paralelamente ha descendido el número de extranjeros. Y lo ha hecho poco: 17.067 personas. ¿Qué está pasando? ¿De dónde nacen estos nuevos ciudadanos? Hay que leer entre líneas para entenderlo.

La cifra de 129.788 personas “nuevas” indica un aumento del 0’3% de la población. Sin embargo, los 17.000 inmigrantes que presuntamente se han ido, son apenas el 0’04% del total. Es fácil intuir lo que está ocurriendo: en una pirámide de población como la española, el número de nacimientos tiende a ser igual al de muertes, así pues, las diferencias se deben a la incidencia de la población extranjera en España y a un dato que el gobierno oculta por todos los medios: la cantidad de inmigrantes que están obteniendo la nacionalidad española y que desde 2009 se ha ido disparando. Era evidente que esto iba a ocurrir: según la legislación española, después de 10 años de residir en España, el inmigrante tiene derecho a reclamar la nacionalidad española. Y esto es lo que está ocurriendo: no es que se vayan los inmigrantes, es que están desapareciendo de la lista de inmigración y están reapareciendo en la de “nacionales”. La cifra de los que ya han atravesado este Jordán estadístico no ha sido publicada jamás por el gobierno, sin embargo puede intuirse que en estos momentos está en torno al millón de casos. En esto radica la “mentira estadística” de estas cifras del padrón.

También hay otra mentira: los nacimientos. La tasa de natalidad de las comunidades inmigrantes es entre tres y cuatro veces superior a la española (si bien es cierto que la tasa de abortos entre la comunidad inmigrantes es hasta seis veces superior a la autóctona, lo que indica que estas comunidades inmigrantes ni practican rastros de planificación familiar, ni medidas contraceptivas, ni nada que se pueda parecer a responsabilidad ante el fenómeno de la paternidad). Y esto indica que a pesar de las diferencias entre el número de inmigrantes y el número de autóctonas, en la práctica, la cifra de nacimientos de hijos de los primeros es casi idéntica a los nacimientos de los autóctonos… con una nota adicional: los nacidos en España, sean marroquíes o marcianos, reciben inmediatamente la nacionalidad española en virtud del “derecho de suelo”. ¿Son españoles? Las niñas cuando tengan su primera regla llevarán velo y los niños tenderán a abandonar los estudios a los 14 años para trabajar con sus padres. ¿Pueden llamarse a estos jóvenes, en rigor, españoles? Lo son administrativamente. De hecho, lo son sólo, administrativamente.

La opinión de los voceros del gobierno

El País es, junto con Público, una especie de Boletín Oficial del Zapaterismo. No es raro que desde las columnas de estos panfletos se defienda a cara de perro las orientaciones y se cubran las vergüenzas del gobierno. Hoy mismo, El País explica con una seriedad pasmosa que el padrón municipal está equivocado y que se ve “inflado” con un millón de personas. No somos 47.000.000 de habitantes… somos 46.000.000. El millón de diferencia está compuesto por inmigrantes que se han ido, sin darse de baja en el padrón. Así lo dijo Antonio Argüeso y así lo ha certificado El País. Es, naturalmente, falso. Y, aunque fuera cierto, por sí misma esta cifra obligaría a realizar un censo riguroso, en lugar de un censo de chichinabo, pues no en vano 1.000.000 de diferencia entre realidad y ficción, supone un desfase de casi un 0’5%, intolerable en una estadística de población.

Según Argüeso, el padrón municipal incluye "entre un 3% y un 4% de dudosos". Después de años de decir que el número de extranjeros disminuía, había que demostrarlo estadísticamente de alguna manera y ahora se ha encontrado la explicación… Y, poco importa que apenas 20.000 inmigrantes se hayan incluido en el Plan de Retorno Voluntario (que ofrece ventajas económicas a quien se va además del pago del billete de avión…) ¡en los últimos cuatro años! Hace falta encajar la cifra real de inmigración con la cifra oficial.

Estimamos que la real debe situarse en torno a los 7.000.000 de inmigrantes llegados desde mediados de los años 90. Sin embargo, las cifras de INI la rebajan hasta los 5.700.000. Esta cifra tiene un problema: las cifras dadas por Eurostadt no coinciden y existe un desfase de 1.300.000 inmigrantes, de la que el INI deduce que corresponde a “inmigrantes que se han ido y no lo han comunicado”. Parece increíble que se pongan en duda las cifras del Plan de Retorno Voluntario, extraordinariamente apetecible para el inmigrante desde el punto de vista económico a cambio apenas de jurar que no regresará a España en los próximos tres años y se ignore deliberadamente el número de los que reciben la nacionalidad española por vía administrativa. De ahí que el último “invento” de la ingeniería estadística consista en decir que “se van pero no se borran del padrón”… efectivamente, no se borran, pero tampoco renuevan su inscripción. Y, de hecho, ¿cómo saber los que se van y los que se quedan sin realizar un censo general de la población?

De hecho, si tenemos en cuenta que desde 2000 han recibido la nacionalidad española 1.000.000 de inmigrantes y que se sabe que los nacimientos de la comunidad inmigrante son entre 3 y 4 veces superiores a la de nacimientos autóctonos, y, además, para colmo, tenemos en cuenta que estas cifras del padrón que nos presentan hoy, tienen 14 meses de antigüedad, podemos establecer sin temor a equivocarnos que las cifras reales de inmigración no descienden (a pesar de que haya inmigrantes que efectivamente han retornado a su país de origen (según el Plan Retorno, apenas 20.000) cantidad que ha sido cubierta con creces por los nacimientos, por los recién llegados, por los que estaban en situación de irregularidad que al cabo de tres años de permanecer en la ilegalidad se han visto recompensados con el permiso de residencia. Y, a todo esto, ¿están todos los que son? Dicho de otra manera: ¿Están todos los inmigrantes empadronados? ¿Cuál es la bolsa de inmigrantes no empadronados de los que solamente se tiene constancia en los servicios sociales o cuándo resultan detenidos?

Nos están engañando torpemente. Los últimos gobiernos han convertido al INI, de un organismo científico y técnico que debía reflejar una instantánea de la sociedad española en cada momento, en una caja de resonancia de las fantasías del gobierno, de sus necesidades electorales y de su –a fin de cuentas- irresponsabilidad.

La realidad sugiere a falta de estadísticas rigurosas que están retornando muchos menos inmigrantes de los que en buena lógica deberían retornar a causa de la crisis económica y de que aquí no hay trabajo, ni lo va a haber en los próximos 10 años para mano de obra no cualificada. Y, sin embargo, no se van porque aquí, mantenidos por los ciudadanos que trabajan y pagan impuestos, se vive mucho mejor que en sus países de origen.

La realidad sugiere que las agencias inmobiliarias, a la vista de los destrozos que se han producido en los últimos siete años en el arriendo de pisos de alquiler a inmigrantes, ya les exige una condiciones que no pueden ofrecer y, por tanto, es cierto que el número de inmigrantes de alquiler ha descendido y, con ello, el precio de la vivienda de alquiler. Pero no nos engañemos: no es que hayan retornado o estén retornando es que se están concentrando en pisos patera. Es cierto que el número de hipotecas firmadas con inmigrantes se ha reducido prácticamente a cero y que una parte inusualmente alta de hipotecas ejecutadas corresponde a inmigrantes, pero eso no implica que se han ido o se estén yendo, sino que simplemente son realquilados –práctica, por cierto prohibida en la mayoría de contratos de alquiler- por otros de su misma nacionalidad.

Todo esto debería demostrar suficientemente la mala fe del gobierno. Sorprende también los silencios de la oposición que parecen compartir este secreto: los gobiernos autonómicos del PP son tan opacos como el gobierno central en esta materia y no tienen el más mínimo interés en resolver el misterio.

Esto es todavía más grave en la medida en que estamos ante una crisis económica sin precedentes ante la que urge reducir el coste social (y esto pasa por la repatriación masiva de inmigrantes) y que nos aproximamos a una próxima oleada de inmigración procedente de la creciente inestabilidad en el Magreb. La fiebre no pasa por el mero hecho de romper el termómetro de la misma forma que el avestruz no conjura el riesgo que le amenaza por el mero hecho de ocultar la cabeza.

Hace falta tener el valor de formular las preguntas acertadas:

- ¿Cuántos residentes en España son hijos de españoles?

- ¿Cuántos inmigrantes han obtenido la nacionalidad española en los últimos 10 años?

- ¿Cuántos hijos de inmigrantes han nacido en España y han sido considerados como españoles a pesar de que sus dos genitores eran inmigrantes?

Solamente estas preguntas nos darían las cifras aproximativas al fenómeno de la inmigración. Eso y un censo realizado con rigor científico. Dos factores que el gobierno no tiene en absoluto en cuenta.

Ah, y nos jugamos con quien quiera que un estudio estadístico pormenorizado de la inmigración introduciendo las correcciones derivadas de estas preguntas que hemos formulado, daría una presencia de inmigrantes actualmente en España superior a los 7.000.000, es decir, algo más de un 15% del total de la población

© Ernest Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.eshttp://infokrisis.blogia.comhttp://info-krisis.blogspot.com

 

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