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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

28-N - Elecciones catalanas

Infokrisis.- Este artículo publicado con el subtítulo Reflexiones sobre el triunfo de la derecha liberal y nacionalista, fue publicado poco después de las elecciones catalans, pero hasta ahora no había tenido ocasión de reproducirlo en info-krisis. Está escrito a poco de conocerse los resultados y no intenta otra cosa más que realizar un análisis global de lo que ocurrió y de por qué ocurrió, con especial referencia a los resultados de Plataforma per Catalunya.

Las elecciones del 28 de noviembre han supuesto la apertura de un nuevo ciclo político en Cataluña. Lo que ha ocurrido es un presagio de lo que se confirmará en mayo en toda España: el triunfo de la derecha, el hundimiento socialista con su llanto y crujir de dientes. Pero también es preciso recordar otros rasgos de las elecciones catalanas: ascenso de los populismos y de la opción anti-inmigración representada por la PxC. Cambiarán los rostros en la política catalana, pero nada más. El electorado tenía que decidir si votar al partido de la corrupción (CiU) o al frente de los ineptos (PSC+ICV+ERC) y se ha decantado por los primeros. Ahora sólo queda ver los resultados… y no parece que vayan a ser muy halagüeños.

La victoria de CiU ha sido “histórica” en la medida en que ha roto todos los techos pre­vios y otro tanto puede decirse de la derrota del PSC. Si bien hubo menos abstención de la esperada (también en esto se equivocaron las encuestas o simplemente min­tieron para estimular la participa­ción) ésta beneficio especialmente a CiU y castigó a la izquierda.

En Barcelona capital, los resulta­dos en Sarrià-Sant Gervasi, reducto de la burguesía acomodada, regis­traron una participación del 673,4% y una aplastante victoria de CiU con el 51,9% de los votos. Sin embargo, en Nou Barris, de carácter proletario y trufado por la inmigración, ape­nas voto el 54% el electorado y el PSC consiguió imponerse con un 28% (fue el único distrito en el que tuvo mayoría en la Ciudad Condal). Globalmente, CiU obtuvo 130.000 votos más en Barcelona que los so­cialistas lo que permite adivinar que en mayo, Xavier Trías conseguirá desalojar por primera vez al PSC de su feudo en el Ayuntamiento.

Victoria a la derecha. Humillación a la izquierda

En general, la derecha liberal y la derecha nacionalista se han impuesto a la izquierda. Ésta ha recibido un varapalo histórico que también deja presagiar el calvario electoral que aguarda a los socialis­tas en las próximas convocatorias electorales. Los tres partidos situa­dos a la izquierda del espectro po­lítico catalán sufrieron resultados que oscilan entre lo malísimo y lo catastrófico.

ICV puede darse por satisfecha si solamente perdió 52.000 votos y se quedó con apenas 229.985 votos y 10 escaños. La gestión de su líder, Joan Saura al frente de la conselle­ría de interior, hacían presagiar re­sultados todavía peores. En cuanto a ERC, la catástrofe es inapelable: simplemente perdió la mitad de sus votos y de sus diputados. En cuan­to al PSC, la caída es algo menor a la esperada, pero lo suficiente para poner fuera de combate a Josep Montilla. En efecto, los resultados de este partido han sido los peores de su historia: 570.361 votos, 18% y 29 escaños.

Los resultados de 2006 registra­ron un total de 1.459.27 votos para la izquierda catalana (PSC + ERC + ICV) que se tradujeron en 72 es­caños. Cuatro años después, apenas suman 1.018.39w votos y 48 esca­ños. En el otro lado, las distintas derechas pueden darse por satisfe­chas: CiU + PP sumaron 1.582.029 votos y 80 escaños, mientras que en 2006 recogían 1.257.978 votos y 62 diputados. En lo que se refiere al PP, la mejora ha sido sustancial: 384.019 votos y 18 escaños, mejo­rando los resultados objetivos en 1995 por Vidal-Quadras. Está cla­ro, pues, quién ha ganado y quién ha perdido.

Génesis de la tragedia socialista

El PSC es un partido con dos al­mas que han ido coexistiendo bajo la misma sigla mientras las mieles del poder autonómico y municipal han dado lo suficiente para satisfa­cer a todos los intereses. Pero ese tiempo ha terminado y tras el 28-N se ha abierto la caja de los truenos.

En el PSC han convivido siem­pre dos sensibilidades identitarias: la sensibilidad catalanista procede de la fusión de las dos ramas del originario Moviment Socialista de Catalunya que durante la transición se obstinaron en llamarse PSC-Congrés y PSC-Reagrupament. Lo esencial de estas dos corrientes era una ausencia completa de obreris­mo y sus militantes no eran más que miembros de la burguesía catalana y de las clases medias progresistas. Paralelamente, existía la Federación Catalana del PSOE se carácter más obrerista y en sintonía con la sigla socialista fundada por Pablo Igle­sias.

En 1978, después de las primeras elecciones generales se abordó el congreso de unificación de las tres tendencias forzado por el dinero de la socialdemocracia alemana admi­nistrado paternalmente por la Fun­dación Ebert y que exigía la exis­tencia de un único partido socialista en toda España. En ese congreso de unificación, la dirección recayó en la tendencia “catalanista”. Sin embargo, de cara a articular una re­lación “amigable” con el PSOE, el PSC renunció a tener grupo parla­mentario propio en el parlamento de Madrid y colaboró sin fisuras en los distintos gobiernos de Felipe Gon­zález aportando ministros y resul­tados electorales. Eran los tiempos e Narcis Serra, Ernest Lluch, Josep Borrell, etc que figuraron como mi­nistros (y no precisamente de los peores) en los distintos gobiernos de Felipe Gonzalez).

A lo largo de los años 80 se de­mostró que en las elecciones auto­nómicas, el electorado se decantaba hacia CiU, pero en las elecciones generales y en las municipales va­riaba en beneficio del PSC. Esto generó que éste partido obtuviera especialmente un gran peso munici­pal y que sus ayuntamientos se con­figuraran como el trampolín para sus futuros dirigentes: este grupo de alcaldes socialistas decididos a dar el salto a niveles superiores de la administración, se le conoció como el grupo de “los capitanes” y consi­guió un peso específico dentro de la organización a partir del Congreso de Sitjes en 1994. Precisamente en ese Congreso, Josep Montilla inició su meteórica carrera hacia la presi­dencia de la Generalitat a partir del feudo socialista del Baix Llobregat.

Las “dos almas” socialistas

Así pues a partir de ese momen­to, el PSC estuvo dividido entre sus “dos almas”: de un lado los “capitanes” controlaron el aparato del partido y de otro los catalanis­tas seguían dirigiendo el partido política e ideológicamente. Ambas tendencias eran conscientes de que debían coexistir para mantener sus redes de intereses y batir a CiU.

La elección de Pascual Ma­ragall como candidato para las elecciones de 1999 a a Generalitat escondía a estas dos tendencias: Maragall había salido del ambien­te municipalista del PSC, pero al mismo tiempo era sobrino nieto del poeta catalanista y su apellido gozaba de enorme prestigio en el medio catalanista. Entre 1999 y 2003 la figura de Maragall esta­ba seguida por la de Montilla que desde el primer momento ofició como su sucesor in pectore.

Cuando en 2004, Zapatero, contra todo pronóstico y gracias a los atentados del 11-M se hace con la poltrona de la Moncloa, Maragall, ya instalado en el Palau de la Generalitat, impulsó la refor­ma del Estatut con la intención de superar el techo autonómico pujo­lista y de forzar el tránsito a una constitución federal que parecía sintonizar con la idea de “España plural” propuesta por Zapatero…

Y aquí se produjo el primer gran error del PSC: gobernar el clave soberanista en lugar de en clave social tal como esperaban la mayor parte de electores que le habían obsequiado con su voto. Maragall demostró escasas cua­lidades para el liderazgo; su go­bierno fue errático, se rodeó de mediocres o simplemente de nulos para cargos de responsabilidad, dependió del estado de ánimo de ERC y de las tensiones interiores que sufre habitualmente este par­tido y el proceso de redacción y tramitación del Nuevo Estatuto se convirtió en agónico y realizado ante la indiferencia de la opinión pública.

Dado que el terreno soberanista es en el que mejor se movía CiU, la tramitación del Estatut, permi­tió que esta coalición recuperara la iniciativa estratégica y, final­mente, el Estatut salió adelante gracias a la componenda bilateral entre Zapatero y Artur Mas, lo que supuso el primer bofetón para el PSC y, no digamos para ERC que con sus diputados en Madrid creía ser la “llave” de la situación.

Sin embargo, cuando cuatro años después la sentencia del Tri­bunal Constitucional rebajó con­siderablemente las competencias estatutarias, a pesar de la mani­festación que recorrió el Paseo de Gracia (40.000 personas según unas fuentes, 1.400.000 según los organizadores…) no pudo ocultar que la sentencia había causado dos fenómenos: la muerte del tripartito y el aumento de las tensiones entre las dos alas del PSC. A pesar de que las elecciones se convocarían seis meses después, a partir de la sentencia del Constitucional, el Tripartito dejó de existir y estalló una guerra civil larvada en el seno del PSC.

Al PSC pareció, a partir de ese momento, importarle muy poco lo que había hecho hasta ese mo­mento en el poder: los “capitanes” tomaron el control, criticaron las multas lingüísticas que había pro­movido el gobierno del tripartito, presionado por ERC, como si la cosa no fuera con ellos; Montilla llegó a pedir que el debate elec­toral tuviera lugar en castellano y, para colmo, a lo largo de la precampaña se presentó como el muro de contención ante el inde­pendentismo… a pesar de haber gobernado siete años con los in­dependenistas de ERC. Tal fue el “giro copernicano” del PSC hacia el españolismo… un intento pos­trero y tardío de recuperar el voto no catalanista.

Justo en ese momento se pu­blicó un interesante artículo de Lluís Orriols en El País en el que realizaba una sociología electoral de las dos tendencias del PSC: los “españolistas”, decía Orriols, son más fieles al socialismo que los “catalanistas”. Mientras que estos últimos tienen tendencia a cambiar su voto hacia CiU o in extremis, a ERC, es más difícil que los “es­pañolistas” lo hagan. Los resulta­dos electorales parecían confirmar esta hipótesis, hasta que el 28-N demostraron que también en esa dirección había habido fugas im­portantes: hacia el PP, hacia C’s e incluso y muy significativo, hacia la PxC.

Era evidente que tras conocer­se los resultados del 28-N, las dos ramas socialistas entrarían de nue­vo en litigio. A la hora de formar gobierno, Artur Mas incorporó a Ferrán Mascarell a su gobier­no. Antiguo conceller socialista, Mascarrell formaba parte del sec­tor “catalanista” del PSC. No era tanto un guiño hacia la “sociover­gencia” como un intento de adi­cionarse al sector catalanista del socialismo. Otros miembros de este sector como Antoni Castells exigieron romper con el PSOE y constituir un grupo parlamentario propio en Madrid con el que po­der afrontar el post-zapaterismo. Y en eso están en el momento de escribir estas líneas. Tras Castells se encuentran los nombres señeros de Montserrat Turá, Ernest Mara­gall y Marina Geli.

Pero en sector de los “capi­tanes”, reconvertido, se prepara también para el ataque: en la ac­tualidad, este sector está represen­tado por los ministros o exminis­tros catalanes que han figurado en los gobiernos zapateristas y por Josep Zaragoza, el secretario general del PSC. Tanto Carmen Chacón como Celestino Corbacho han surgido del municipalismo del PSC y están bien situados para re­coger la herencia de lo que quede del “montillismo”. Mientras se prepara el congreso extraordina­rio, la venerable y paternal figura de Joaquim Nadal queda como ex­ponente público del PSC.

Hasta las elecciones de mayo no parece probable que se desate una noche de los cuchillos largos en el seno del socialismo catalán. Las dos tendencias saben lo que se juegan: concejalías, puestos de trabajo, cargos remunerados de asesores y puestos en empresas públicas. Y a esta red de intere­ses las tensiones ideológicas le convienen poco. Porque, a fin de cuentas, lo que importa recordar es que el PSC no es un partido fuertemente ideologizado, sino todo lo contrario, es un grupo de pragmáticos dividido en dos frac­ciones, una de las cuales considera que el “catalanismo” le ayudará a prosperar y el otro que el “munici­palismo” les favorecerá.

Inmolarse por la independencia

El otro resultado catastrófico ha sido, por supuesto, el de ERC. Perder 200.000 votos y la mitad del grupo parlamentario, no es una bagatela. Esos votos, funda­mentalmente, han ido a parar al SI de Laporta y al Reagrupament de Joan Carretero, hasta un total de 140.000 votos y el resto ha regre­sado a los caladeros de CiU.

La historia de ERC en los úl­timos 20 años ha sido azarosa. A partir de 1989 (Congreso de Lleida), el partido abandona su tradicional federalismo por un in­dependentismo maximalista. Los artífices de este cambio son Angel Colom que acababa de entrar en ERC y Carod-Rovira. Tras el pe­ríodo de Colom al frente del parti­do (en el que las cuentas quedaron a cero y la solvencia del partido se vio sumergida en las profundida­des), la andadura de ERC se vio favorecida por el llamado Pacto del Majestic entre Pujol y Aznar cuando el primero aseguró la go­bernabilidad del primer gabinte del centro derecha.

En 2003, ERC alcanzó su máximo techo electoral obtenien­do en las autonómicas 544.324 votos y 23 escaños y en las ge­nerales del 14 de marzo de 2004 logró 638.902 votos y 8 diputados en el parlamento de Madrid. ERC pasó de la noche a la mañana, a ser la tercera fuerza política catalana y durante unos años, Carod tuvo razón al afirmar que ERC tenía la llave de la gobernabilidad.

Pero eso fue antes de que el fa­natismo independentista de ERC pusiera palos en las ruedas del tri­partito y adoptara un maximalis­mo independentista que no estaba en sintonía con la realidad objeti­va de la sociedad catalana. ERC ha perdido el voto juvenil en be­neficio de Laporta, ha perdido en voto maduro en beneficio del Re­agrupament y ha perdido el voto moderado en beneficio de CiU. No es raro que haya pasado de ser la tercera fuerza política catalana a la quinta, por detrás del PP e inclu­so de la minúscula ICV.

Antes de entrar en el nuevo ciclo electoral, en el interior de ERC ya se produjo un primer ajuste de cuentas, siendo elimina­do de la dirección, Carod-Rovira y reforzándose la posición de Joan Pugicercós. A pesar de la derrota cosechada de la que Puigcercós es responsable casi único, su po­sición al frente de ERC no peligra: quienes podían disputarle es cargo están fuera del partido.

Ahora es fácil prever en qué va a consistir la próxima jugada de Carod dentro de ERC: llamar a la formación de un “frente indepen­dentista”, junto a las CUP, al Re­agrupament y a Laporta a fin de lograr la quimera de “independen­cia para el 2014” (apenas faltan ya tres años…). Sin embargo, la figu­ra de Laporta es, en este ambiente, la de un demagogo, de mucha am­bición y poca cabeza, inestable y personalista, con el cual cualquier pacto corre el riesgo de naufragar inmediatamente después de fir­marse.

Por otra parte, el resultado de los referendos sobre la indepen­dencia ha sido más bien pobre y ha demostrado que menos de un 20% de la ciudadanía votaría sí a la secesión catalana en una con­vocatoria de este tipo. Por lo de­más, tanto Carod como Laporta o Carretero tienen un programa que corre el riesgo de decepcionar a quien lo examina: todo empieza y termina con la independencia de Catalunya… una vez conseguida, todo irá bien, sin que se explique exactamente cómo será ello posi­ble.

El descubrimiento de Alicia Sánchez-Camacho

El PP en Catalunya siempre ha sido un partido marginal y nunca ha logrado tener ni cuota de poder, ni proyecto suficiente como para hacerse un hueco en la política catalana. Cuando Vidal Quadras pareció estar a punto de lograr ese espacio político, los Pactos del Majestic lo borraron literalmente de la política catalana.

Lo cierto es que entre 1996 y 2003, el PP catalán consiguió ir royendo al ala “españolista” del PSC, e incluso ganar votos en el cinturón industrial de Barcelona presentándose como el partido de los no catalanistas. Pero el giro pro-norteamericano de Aznar hizo que muchos de estos votantes que procedían de la izquierda, se per­dieran en las elecciones de 2004 y que no fueran recuperados en los seis años siguientes.

La elección de Alicia Sánchez-Camacho para encabezar el parti­do no fue una buena opción. Sus evidentes limitaciones y su falta de capacidad para gestionar el partido han provocado cientos de abandonos de los que el más nota­ble fue, sin duda, el de Montserrat Nebrera.

Sin embargo, en las elecciones del 28-N el PP lograba su mejor resultado en Cataluña. Está claro que buena parte de ese resultado se debía a que un sector del elec­torado que piensa en términos de Estado percibe que la alternativa al PSOE es el PP desengañados del primero optan por el segundo. Pero también está claro que el PP ha mantenido su posición y la ha mejorado gracias a la incorpora­ ción de un tema que rechina en la militancia del PP en el resto de Es­paña: la inmigración.

En 1996, fue precisamente José María Aznar quien abrió las puertas a la inmigración. En 2003, cuando cedió el poder, había 800.000 inmigrantes ilegales en nuestro país y 2.250.00 regulari­zados. Por entonces ya se habían producido los violentos sucesos de El Egido y las protestas en otras muchas ciudades españoles contra la inmigración ilegal y masiva. La situación de la delincuencia empe­zaba a estar fuera de control y ni Aznar ni ninguno de sus ministros decían nada sobre el tema, salvo que no había motivos para precu­parse.

Alicia Sánchez Camacho ha descubierto el tema de la inmigra­ción gracias a su responsable en Badalona que, temiendo ver pe­ligrar su puesto gracias al avance de PxC, optó por incorporarlo a su programa. Antes CiU ya había hecho algo parecido en relación al empadronamiento de ilegales.

La Sánchez-Camacho lo desco­noce todo en materia de inmigra­ción: ignora incluso el número de inmigrantes que residen en Cata­luña, desconoce por completo las implicaciones del fenómeno, tan sólo ha oído campañas. De ahí que se haya limitado a copiar las pro­puestas de PxC en materia de in­migración y añadir el bochornoso “contrato por la integración” que hubiera debido proclamar en 1999 cuando en España había 1.000.000 de inmirantes y no hoy cuando hay 6.000.000.

La dirigente del PP ha llega­do hasta extremos increíbles: lo que Anglada decía en un mitin, ella lo repetía un día después. Y eso le ha dado un buen resultado que no logrará mantener durante mucho tiempo: en efecto, si bien en Cataluña, donde el PP no tie­ne la más mínima posibilidad de gobernar, la Sánchez Camacho ha podido copiar las propuestas de PxC, en otras zonas en donde el PP lleva años gobernando (Madrid y la comunidad Valenciana, espe­cialmente), no le va a ser tan fácil demostrar “dureza” con la inmi­gración cuando la política del PP en esas autonomías en relación a la inmigración es exactamente la misma que la del PSOE.

Artur Mas sabe perfectamente que en apenas 15 meses va a tener que entenderse con un gobierno del PP y que a poco que se con­firme la actual tendencia electoral, el PP puede gobernar con mayoría absoluta. Si eso es así, el papel de CiU en la gobernabilidad del Es­tado quedará muy disminuido y la mejor solución es presionar ahora al PSOE a la vista de que todos los beneficios que no obtenga hasta marzo de 2012, tardará en obte­nerlos.

Ciutadans

Hace un año, C’s era un partido muerto: había tenido una escisión interna y diversos abandonos, no había sido capaz de trenzar un acuerdo con Rosa Díez que en ese momento se encontraba en la cres­ta de la ola y que manifestaba su interés por irrumpir en Cataluña. Sin embargo, la quiebra del elec­torado socialista ha facilitado un trampolín para que C’s reverde­ciera sus laureles electorales.

A lo largo de la legislatura, C’s palideció por completo. En todo momento se limitó a reali­zar seguidismo en relación a las propuestas del PP y tan solo en­tró en liza en materia lingüística. A pesar de afirmar ser un partido de “centro-izquierda”, en realidad, apenas ha sido otra cosa que una opción antinacionalista… que fi­nalmente ha conseguido atraer al voto juvenil no nacionalista, con más atractivo que el PP. Con una media del 4% en las grandes ciu­dades y del 3,5% en las de tamaño medio, el espeque definitivo de C’s puede producirse en las próxi­mas elecciones municipales. Por el momento el partido se ha es­tabilizado utilizando como único “tema estrella” la hostilidad hacia el catalanismo.

Esa hostilidad es la que le ha facilitado el crecimiento en ciuda­des en las que el viejo PSUC des­apareció por completo y en donde la nueva ICV no tiene fuerza su­ficiente de arrastre para adicionar votos. Y otro tanto puede decirse de zonas del cinturón industrial desencantadas por la ambigüedad insuperable de las dos tendencias del PSC en materia de catalanismo y catalanización.

La gran esperanza: PxC

Durante algo así como hora y media, prácticamente hasta que se realizó el recuento de un tercio de los votos emitidos, subsistió la esperanza de que PxC lograse entrar en el parlamento con tres diputados. En las horas siguientes esa esperanza se fue diluyendo y, finalmente, al llegarse al 100% de votos escrutados, PxC quedó fuera del parlamento… por los pelos. En torno a 400 votos más por la cir­cunscripción de Tarragona hubie­ran bastado para entrar en el parla­mento. Ahora se sabe que 75.321 catalanes apoyan las listas de la PxC, lo que supone un 2,42% del electorado que acudió a las urnas y que prácticamente alcanza el 3% en la circunscripción de Tarrago­na.

Basta realizar un muestreo rá­pido a los resultados obtenidos, sin necesidad de triunfalismo que oculten el hecho de que entre 2010 y 2014 no habrán diputados de PxC en el Parlament, ni de retor­cer argumentos, para advertir que:

1) PxC es el primer partido extrapartamentario. Ha rozado el escaño. No lo ha obtenido por los pelos y contando con un cerco mediático absoluto. Fue significa­tivo que CNN y algunos medios de comunicación escorados a la izquierda, evitaran mencionar a la PxC incluso en los momentos en los que el escrutinio les daba tres diputados. En esto han seguido la consigna tácita de ignorar por todos los medios a PxC. Es más significativo todavía que después de varios meses en los que PxC no aparecía en los medios de prensa de la derecha, una vez cerradas las urnas estos mismos medios que hasta ayer habían ocultado la exis­tencia de PxC, pocas horas des­pués realizaban sesudas interpre­taciones sobre sus resultados. No vale la pena calificar a todos estos medios conchabados para evitar que en Catalunya surgiera una voz discordante y anti-sistema.

2) PxC duplica el resultado del siguiente grupo extrapar­lamentario y si se hubiera trata­do de una elección proporcional debería haber obtenido entre tres diputados y cuatro diputados. Es significativo que formaciones que han gozado hace meses de apoyos mediáticos no desdeñables, hayan obtenido resultados muchos me­nores que los que han correspondi­do a PxC: ahí está, perdido en las profundidades de la clasificación UPyC e incluso el Reagrupament Independentista. Por lo demás, la distancia que ha separado a PxC de C’s y de SI, han oscilado en apenas 25 y 20.000 votos. Otras opciones de las que se ha hablado relativamente (Alternativa de Go­vern, a causa del video de Montse­rrat Nebrera) durante la campaña, apenas han obtenido 2.187 votos. Desde hace meses considerába­mos que había tres escenarios para la PxC: la “victoria indiscutible” (entrar en el parlament), la “dul­ce derrota” (quedarse en puertas siendo el primer partido extrapar­lamentario) y el “fracaso absolu­to” (obtener unos resultados que le dejaran en la cuneta a larga dis­tancia del pelotón de cabeza). Se ha producido la “dulce derrota”: la demostración de que en su primera confrontación electoral autonómi­ca, PxC ha estado a punto de en­trar y sus resultados distan mucho de ser “pobres”.

3) PxC ha confirmado que su estrategia (lucha contra la inmi­gración masiva - lucha contra la corrupción - lucha contra la crisis económica) ha conseguido el respaldo de un sector no des­deñable de la población. Se ha dicho que PxC era solamente un partido anti-inmigración. Lo es, pero también es un partido que ha llevado un discurso muy claro so­bre la corrupción y el único entre los importantes que ha aludido a la globalización como la matriz de la actual crisis económica y como el principal factor que ha generado la oleada migratoria. Vale la pena no olvidarlo: vale la pena recor­dar que PxC es algo más que un partido anti-inmigración o que ha enarbolado esta bandera por sim­ple oportunismo tal como lo ha hecho con el descaro más absoluto el PP cuya líder, Sánchez Cama­cho, se notaba que apenas sabía de qué iba el problema a poco que algún periodista le pregunta sobre la materia. Esa insistencia en una temática muy diversificada es lo que ha permitido a PxC realizar un discurso coherente y perfectamen­te cerrado: hay crisis económica porque hay globalización, hay glo­balización porque hay liberalismo, las prácticas políticas liberales se traducen en una corrupción gene­ralizada y la globalización se tra­duce en dos fenómenos perversos y deletéreos: la deslocalización y la inmigración.

4) PxC se sitúa en inmejora­bles posiciones para obtener un nuevo tirón en las próximas elec­ciones municipales. En el escena­rio de la “dulce derrota” lo que se ha demostrado es que PxC tiene detrás 75.000 votos y esto se va a traducir entre 75 y 100 concejales en las próximas elecciones. Quien piense que al no haber salido ele­gido ningún diputado de PxC, se iba a producir un desmorona­miento de este partido, se equivo­caba: esto solamente se hubiera producido en el tercer escenario (el del fracaso total)… pero esto no ha ocurrido. Hoy mismo, en los perfiles de facebook, los mi­litantes, afiliados y simpatizantes a la PxC, demostraban su entu­siasmo y su interés en continuar la batalla en las próximas elecciones municipales.

¿Por qué PxC no ha logrado entrar en el parlament?

Vale la pena realizar una críti­ca a los motivos que han dejado en el atrio del parlament a la PxC. Hay varios. Vamos a repasar unos y otros:

1) Tal como era de prever los medios a partir del mes de marzo realizaron un cerrojazo mediáti­co. A partir de ese momento pareció como si hablar de la PxC estuviera prohibido. La PxC desapareció de las TVs, de las columnas de los dia­rios y la consigna fue cumplida por todos los grupos mediáticos.

2) La actitud del PP que fue evolucionando desde la des­orientación del mes de enero de 2010, cuando se desencadenó el asunto del empadronamiento de ilegales, hasta el mes de marzo cuando empezó a husmear sis­temáticamente en las Webs de PxC y, literalmente, copiar to­das y cada una de las consignas que PxC iba difundiendo: fue así como Sánchez Camacho se ente­ró de que en Catalunya existían mezquitas y cómo parte de la po­blación catalana rechazaba la isla­mización de esta autonomía. Más adelante, cuando PxC empezó a difundir la consigna “Única solu­ción: repatriación”, el PP elevó el tiro e intentó asumir esta consigna variándola sensiblemente y plan­teando el tema del “contrato de inmigración” e introduciendo el tema de la repatriación al aludir a los inmigrantes que llevaran dos años en paro… algo que también había dicho PxC. Los estrategas del PP lo han tenido fácil: con copiar las consignas de PxC sis­temática, ya habían cumplido su trabajo. A ellos los medios sí que les han deparado amplios espacio. De poco ha importado que el dis­curso del PP sobre la inmigración fuera improvisado, siempre inor­gánico, sin intención siquiera de ser cumplido ni ahora, ni cuando Rajoy se siente en la Moncloa, meramente oportunista y carente por completo de escrúpulos.

3) Durante los dos últimos me­ses previos a las elecciones, en la mayoría de las ocasiones en las que algún medio o algún partido se ha referido a la PxC se ha dicho sistemáticamente que se trataba de un grupo “racista y xenófobo”. Ilustres mediocridades de la polí­tica catalana han empezado a re­coger firmas para la ilegalización de la PxC. Al cerco del silencio se ha unido la infamia. Y en esto, la izquierda, como siempre ha sido maestra, contando por un lado con la acción de ONGs y grupos especializados en la difamación y por otra con llamamientos al “an­tifascismo” que parecían anclados en concepciones políticas de hace 50 ó 60 años. La intención era as­fixiar a la PxC con esta doble te­naza: silencio y difamación. Y ni aún así se ha logrado el objetivo de pulverizar a la PxC.

4) La PxC ha tenido que ven­cer otro problema: el “enemigo interior” que en los últimos dos meses aumentó su presión para dar la sensación de que se estaba produciendo una situación de des­composición en el partido. Desde abril hasta octubre, individuos escuálidos que, por un motivo u otro, se habían visto apeados de la PxC, iniciaban ataques furi­bundos cargados de odio y resen­timiento, en webs. En este baile hemos visto a digitales que cam­biaban de ubicación de un día para otro, estafadorcillos que llenaban sus perfiles de facebook con va­rios ataques diarios y para colmo resentidos que acusaban a la PxC de ser “pro-sionistas” (y nada les importaba que fueran incapaces de aportar dato alguno). Había semanas enteras que las “alertas Google” sobre PxC venían carga­das con una docena de noticias de lo que hemos llamado la “banda de los resentidos” cuyas noticias eran utilizadas por blogs con más seguimiento para seguir sus cam­pañas de difamación. El momento culminante de todo esto tuvo lu­gar cuando se produjo la dimisión de Pablo Barranco y aquí cabe añadir algo: el error de la direc­ción de PxC consistió en nombrar secretario general del partido a al­guien sin experiencia política de ningún tipo y desconocido para la mayoría de la militancia y del que ni siquiera se tenía constan­cia de cuáles eran sus ideas polí­ticas. Los errores se pagan y, por el motivo que fuera, al producirse la crisis, los medios la presenta­ron como una “vendetta” interior. A lo largo de semanas y meses de este tipo de ataques, este “frente interior” fue erosionando la ima­gen de la PxC. Es evidente que lo escuálido de todos estos ataques y lo limitado de los medios que los han ejercido, no ha supuesto una gran merma electoral… pero sí han restado algunos cientos de votos que hubieran valido para obtener el escaño. En este senti­do, hay que denunciar la actitud aventurera y particularmente ob­tusa del llamado Partit per Cata­lunya que apenas logró presentar una lista en Lleida obteniendo 312 votos… sin embargo, los me­dios han jugado con la confusión deliberada de las siglas y han ha­blado bastante más del irrelevan­te Partit per Catalunya que de la PxC. Un nuevo episodio más de la política del cerco mediático que hoy –cerradas las urnas- algunos periodistas como Josep Ramone­da reconocían que ha existido en torno a la PxC.

5) Desde el verano, en los medios periodísticos catalanes, los profesionales que habían recibido la orden de no escribir nada sobre la PxC, en privado comentaban la posibilidad de que entrara en el Parlament, si la abs­tención era alta. La abstención ha sido, efectivamente, alta, pero no tanto como se esperaba. De hecho ha habido casi cuatro puntos más de participación. Si esta partici­pación hubiera sido cuatro puntos menos que en 2006, ese desfase hubiera abierto de par en par las puertas del parlament a la PxC.

6) La implantación de la PxC no es homogénea: es fuerte en el sur de la provincia de Tarragona, en la Montanya barcelonesa y en algunos enclaves del cinturón in­dustrial, pero es todavía débil en Lleida especialmente y en Girona y, relativamente débil en las gran­des ciudades. Esto ha hecho que los resultados fueran modestos en algunas zonas. De todas formas, también se han producido sorpre­sas: en Salt se ha rozado el 5% que se ha obtenido prácticamen­te con una visita de Anglada, en otras zonas de Girona y del Em­pordà se han obtenido porcenta­jes aceptables incluso en lugares donde no existía organización de la PxC. De haberse podido contar con una organización implantada de manera más homogénea en toda Catalunya, los resultados ha­brían sido sin duda mejores. Por lo demás, el voto en la provincia de Barcelona cuesta más que en las otras tres provincias. La PxC olvidó en la campaña que era en Tarragona en donde podía obte­ner mejores resultados (como de hecho así ha sido con un 2,60%, superior a la media obtenida en Catalunya, 2,42%).

7) La PxC no ha podido compe­tir con los presupuestos extraor­dinarios (muchos de ellos surgi­dos al calor de la corrupción) que se han puesto a disposición de los grandes partidos. Contrariamen­te a quienes difamaban a la PxC apuntando a “dinero sionista” o a fondos imaginativos, la campaña ha demostrado que los fondos so­bre los que ha trabajado PxC eran apenas las aportaciones de sus mi­litantes y miembros. Es el precio de la independencia política. En nuestra opinión, los recursos han estado austera y bien gestionados y la única crítica que podría reali­zarse es que hubiera sido necesa­rio concentrar más medios en Ta­rragona en donde se ha quedado a poco trecho del escaño.

El balance final confirma la “dulce derrota” como tal: se ha hecho lo que se ha podido en un ambiente particularmente hostil, con enemigos “interiores” agui­joneando desde la impotencia y con enemigos “exterior” actuando en pinza, en medio de un cerro­jazo mediático y de una campaña sistemática de denigración, que, para colmo, ha encontrado en el oportunismo sin escrúpulos del PP a su aliado más efectivo. Una bue­na campaña y un buen resultado a tenor de los medios desplegados y gestionados con rigor y honestidad.

¿Qué aguarda a Cataluña?

Globalmente el independentismo sale derrotado: las opciones inde­pendentistas sumadas no alcanzan el nivel de votos de ERC hace cua­tro años. La inclusión de Laporta introducirá de manera obsesiva el tema del independentismo en el par­lament y garantizará la salida a la su­perficie de escándalos económicos y procesos a los que se verá some­tido Laporta, contribuirán todavía más a erosionar como “poco serias” las posiciones independentistas. Los resultados de ERC son, por su par­te, catastróficos y siembran las más serias dudas sobre el futuro de este partido. Por el momento, Carod-Rovira es ya un cadáver político y el secretario general de ERC, Pui­gcercós, a pesar de que no se haya enterado es otro tanto.

No tendremos independentismo, pero tenemos más soberanismo en un momento en el que la crisis económico-social es más grave en Cataluña que en cualquier otro lu­gar del Estado. Vuelve a gobernar la alta burguesía catalana, así que ten­dremos más victimismo, más sobe­ranismo y el deseo de jugar un papel en Madrid vendiendo caro el apoyo a cualquier partido que no obtenga la mayoría absoluta para gobernar.

La corrupción apenas ha estado presente en la campaña electoral y solamente PxC la ha mencionado sistemáticamente. El resto de par­tidos ha cubierto el tema con un tupido velo sin duda pactado pues, no en vano, durante la campaña electoral los casos Palau y Pretoria han dado que hablar... en los juzga­dos. Eso demuestra que “robar” en Catalunya, no implica costes elec­torales. Con lo cual no hay abso­lutamente ningún elemento como para pensar que la rapacidad y las prácticas corruptas de la clase po­lítica catalana, proseguirán como hasta ahora.

Difícilmente CiU va a poder contener la deslocalización de la industria catalana y el aumento del paro. No va a estar en condiciones de rectificar la crisis de la enseñan­za, ni está dispuesta a repatriar a los excedentes de inmigración, ni a hacer otra cosa más que ejercer el binomio soberanismo/victimismo. CiU no es la solución para Catalun­ya sino una parte muy importante del problema.

Catalunya es una de las zonas más deterioradas del Estado Espa­ñol y nada indica que esta tendencia no proseguirá: con la mayor deserti­zación industrial de todo el Estado, con una tasa de paro especialmente juvenil que tiene sólo parangón con la andaluza, con la mayor acumu­lación de ni-nis, con unos resulta­dos educativos catastróficos, con la mayor tasa de inmigración de España y la mayor acumulación de inmigración islámica, con una prensa que come de la mano de la alta burguesía, con una oligarquía de 300 familias –casi feudal- en to­dos los resortes del poder, inmersa en una gigantesca crisis en España y en Europa… solamente alguien obsesionado por el nacionalismo puede esperar que la petición de un “concierto económica” puede ser la solución a todos los males. Y en esto está CiU que, fiel a su soberanismo basará toda su política en obtener de Madrid concesiones económicas y prebendas… algo que va a ser muy difícil en tiempos de crisis (cuyos efectos se van a prolongar en torno a 10 años).

Cuando se convoquen las próxi­mas elecciones autonómicas, en torno a 600-750.000 inmigrantes habrán sido naturalizados. Vere­mos entonces cuál es la posición del PP y de los partidos mayorita­rios, no tenemos la menor duda de que se iniciará una enloquecida ca­rrera por captar esa bolsa de votos y que todos los partidos pugnarán por prometer más y más beneficios para los “nuevos catalanes” que pe­sarán como una losa sobre la recu­peración económica de Catalunya.

La conclusión final que puede hacerse es que estos resultados no resuelven nada más que el entierro del tripartito y de los líderes de las tres formaciones. Se abre una etapa de inestabilidad, dudas, más sobe­ranismo sobre el trasfondo inquie­tante de una crisis siempre presente y una corrupción que campará libre por todo el territorio catalán.

(c) Ernesto Milá - infokrisis - http://info-krisis.blogspot.com - http://infokrisis.blogia.com - infokrisis@yahoo.es - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen. 

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