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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Terrorismo internacional, una nueva etapa

Terrorismo internacional, una nueva etapa
Infokrisis.- Cuando todavía no se ha resuelto NINGUNO de los atentados atribuidos al terrorismo internacional, otra oleada de alarmas aparece en el horizonte. Los diez detenidos por Scotland Yanrd en Londres y Pakistán, son un nuevo episodio de este culebrón. ¿Por qué se revive hora el fantasma del terrorismo?

 

Hace meses que no habían alarmas

Una población confiada es una población crítica. Una población que se siente amenazada, por el contrario, tiende a aprobar cualquier iniciativa del poder político que le asegure que va a librarle del peligro.

A los pocos días del 11-S, el pueblo americano aprobaba mayoritariamente el recorte a los derechos y libertades cívicas ordenadas por su gobierno. Y no le importó en absoluto el bombardeo de poblaciones afganas primero y luego la destrucción de Irak: todo era, en el fondo, para liberarse del peligro de Bin Laden ¿Bin Laden? Hace tiempo que nadie habla de él. Tras la invasión de Irak, alcanzado el objetivo estratégico, extrañamente se dejaron de oír alarmas y estados de emergencia, como si Al Qaeda hubiera desaparecido.

En estos últimos meses, las encuestas le han ido particularmente mal a Bush. Por una parte, los neoconservadores han visto desalojados de algunos lugares de poder y los “realistas” han ganado peso en la administración Bush. Cuando los primeros llamaban atacar a Irán y Siria, los segundos pedían calma y resolver primero el avispero iraquí. Han ganado los partidarios ayer de Colin Powell y hoy de Condi Rice. No parece que los tiempos estén propicios para una nueva ofensiva bélica.

Por otra parte, hace pocos días tuvieron lugar en algunos Estados, las primarias para las elecciones al congreso. El electorado castigó a los candidatos intervencionistas. Si el neoconservadurismo implicaba intervencionismo en política exterior, el “realismo” implica, como tendencia opuesta, aislacionismo.

Ni un solo atentado del terrorismo internacional se ha aclarado

El 11-S fue en 2001, dentro de poco hará cinco años. Y parece que fue ayer. Pues bien, en cinco años, ni se ha encontrado a Bin Laden, ni se han aclarado los agujeros negros, de tamaño galáctico, de la versión oficial, ni se ha juzgado a ningún culpable, dejando aparte un musulmán francés deficiente mental y a la “célula española”, procesada por Garzón y absuelta de cualquier vínculo con el 11-S.

Los atentados de Casablanca, solo se sabe que no se sabe nada, salvo que unos cuantos jóvenes saltaron por los aires sin que se separa exactamente ni por qué ni quién los dirigía, ni por qué atentaron en Casablanca. Lo que si se sabe es que el atentado ayudó extraordinariamente a la política de Mohamed VI y le permitió contener momentáneamente al Partido de la Justicia y el Desarrollo. Del atentado de Balí se sabe menos y los de Arabia Saudí quedan muy lejos como para saber si efectivamente fueron obra de Al Qaeda o meras provocaciones. Los atentados cometidos en Argentina están permanentemente envueltos en brumas, preocupantes, especialmente el de la AMIA. Sobre el atentado del 6-J en Londres se acaba de publicar un libro cuyo título evita cualquier otro comentario: “Atentados de Londres: ¿Al Qaeda o Scotland Yard?”.

Todo lo que se pueda decir sobre el 11-M es suficientemente conocido. Hay varias investigaciones periodísticas en curso y nosotros mismos podemos decir, con cierto orgullo, que desde el mismo día del crimen, dudamos de la autoría islámica, tal como pusimos de manifiesto en nuestra obra: “11-M, los perros del infierno”. No podemos afirmar lo que pasó exactamente el 11-M y quien lo instigó lo que si sabemos es lo que resultó de ahí: un cambio de gobierno inesperado y 192 muertos que no se sabe ni quien los mató, ni porqué murieron, además, de los moritos de Leganés, momento cumbre de la “versión oficial” (ya se sabe que el muerto se come siempre el marrón).

Cinco años después del 11-S podemos afirmar sin ningún género de dudas que ninguno de los atentados atribuidos al terrorismo internacional, están exentos de sombras, todos, sin excepción, tienen agujeros negros y versiones oficiales increíbles. Y, en cuanto a Al-Qaeda es más volátil que invertir en sellos. Con regularidad grotesca, cada seis meses, algún presunto y desconocido dirigente de Al-Qaeda amenaza a todo lo amenazable, como si alguien se empeñara en recordarnos que esa extraña e inasumible organización sigue existiendo, no se sabe donde, no se sabe para qué, ni haciendo qué.

El papel del terrorismo en los Estados modernos

Entendemos por “estado moderno” el surgido de la Revolución Francesa. Ya tiene mala sombra que ese “Estado” surgiera de una masacre sin precedentes en la historia de Europa, y que el gran símbolo de la Revolución no sea la “Marianne”, sino la guillotina. Aquello empezó bajo el signo del terror jacobino. Ya Napoleón tenía fama de preparar autoatentados que siempre respetaron su vida. Tayllerand debía saber mucho al respecto, en el fondo fue el primer gran profesional de la seguridad, que incorporó para la modernidad policial la figura del “fichero”, es decir, el almacén racionalizado de datos.

A finales del siglo XIX, ya se habían producido en toda Europa atentados extraños: el más próximo fue, sin duda, la bomba del Corpus en Barcelona. Los anarquistas nunca la reconocieron como suya. Y es raro porque esos mismos anarquistas no tuvieron el más mínimo reparo en asumir la bomba del Liceo. Hay que decir que en el episodio de la bomba del Corpus en la calle Canvis Vells de Barcelona, ya aparecieron extrañas figuras de confidentes policiales que no experimentaban el más mínimo inconveniente en “fabricar” terroristas para entregarlos a la policía y cobrar caras sus delaciones.

En 1998, la seguridad del Estado Español, pagada 40 millones de pesetas a quien aportara información sobre algún comando de ETA. Y, además, eran negociables y libres de impuestos. Imaginemos lo que hubiera supuesto que algún “listillo” hubiera formado comandos etarras con la sola finalidad de librarlos a la policía. Pues bien, eso es lo que ocurrió en la bomba del Corpus y, por extensión en toda Europa.

Los Estados modernos tienden a crear un terrorismo controlado. La versión oficial es que ese terrorismo controlado impide la aparición de un terrorismo autónomo, real y salvaje. Las “masacres de Estado” en Italia, durante los años 70 son paradigmáticos a este respecto: la misma estabilidad del sistema se basaba en la reconstrucción de los equilibrios políticos a golpe de atentados. También aquí los agujeros negros fueron descomunales y, finalmente, hoy, ningún analista meticuloso puede dudar de que en la TOTALIDAD de estos atentados, siempre, antes o después, aparecía la figura del confidente, el provocador o el infiltrado en la extrema-derecha o en la extrema-izquierda, o en ambas…

En otro lugar –nuestra obra “11-M, la gran mentira”, segunda edición- ya expusimos estas argumentaciones: los Estados modernos aprovechan en unas ocasiones el terrorismo y en otras crean un terrorismo artificial para poder servirse de él en distintas formas: para reconstruir situaciones políticas o crear otras nuevas, para dificultar la aparición de un terrorismo autónomo, o, simplemente –como ha hecho el gobierno Bush- simplemente para mantener aterrorizada a la población y poder hacer que asumiera con extrema facilidad aventuras en política exterior y recortes de las libertades que de otra manera, jamás hubiera aceptado.

Y ahora bombas incendiarias dentro de aviones

Las informaciones publicadas ayer sobre las detenciones de 10 “extremistas islámicos” en Londres y Pakistán, no deja de estar envuelta en las mismas sospechas de manipulación que cualquier otro atentado cargado a las espaldas del terrorismo internacional. Como siempre hay “un infiltrado” que, seguramente es quien, no solamente a desenmascarado la red, sino que –como se demostrará en los próximos días- debió ser él quien instigó su creación.

A nadie se le escapa lo absurdo de organizar un incendio en el interior de la cabina de un avión. Las aeronaves tienen sistemas de seguridad para eliminar los problemas de fuego dentro de la nave y las azafatas y aeromozos tienen a su alcance extintores de eficacia superior a los disponibles en tierra. ¿Entonces? Entonces, estamos ante una nueva invención mediática.

Dado que resultaba excesivamente complejo vincular a esta red a Al Qaeda, era mucho más fácil presentarla como “célula autónoma”. El hecho de que estén implicados pakistaníes remite, una vez más a la nebulosa Al Qaeda. Se ha dicho incluso que los investigadores estaban “seguros” de que la célula estaba teledirigida por Al Qaeda pero que no han podido demostrarlo… faltaría más.

Además se han elegido aviones como objetivo, lo que tenía como finalidad intoxicadora remitir de nuevo a Al Qaeda: los medios lo han repetido, “querían un nuevo 11-S”, esta vez con 10 aviones.

¿Por qué ahora? ¿por qué islamistas?

El motivo por el que esta operación se ha desencadenado en estos momentos, es claro. Hay una guerra abierta en el sur del Líbano entre Hezbolá y el ejército judío. Para la opinión pública europea y norteamericana los ataques de Hezbolá son puro terrorismo. Terrorismo islámico, por más señas. Es un buen momento para sacar a colación este tema, casi olvidado a nivel mundial.

Si los atentados del 6-J tenían como función reforzar a la opinión pública inglesa sobre la maldad intrínseca de los islamistas y, por ello, sobre la necesidad de permanecer con pie firme en Irak, estos presuntos atentados ofrecidos como carnaza a la opinión pública europea y norteamericana refuerzan la idea de perversión del mundo islámico.

Hay que dudarlo. En Irak existe una “insurgencia”, esto es, un movimiento contra el ocupante. Y en Palestina, un conflicto enquistado por espacio de tres generaciones. Irak y Palestina, en donde existe lo que podríamos llamar “terrorismo resistencialista” (también aquí una parte del mismo es mera provocación), son lugares atípicos. Si bien, los islamistas de todo el mundo, generalmente, apoyan a la resistencia palestina y a la insurgencia iraquí, no es menos cierto, que, contrariamente a la versión difundida desde EEUU, los musulmanes no palestinos y no iraquíes que están luchando son una ínfima minoría si es que existen.

Las características del Islam hacen que sea muy fácil presentarlo como una amenaza mayor de lo que es en realidad. La amenaza islamista en Europa no son cuatro terroristas uno de los cuales es infiltrado de la CIA, el otro del Mossad, el otro de la inteligencia local y el último el pringao a detener. La amenaza islamista en Europa son los millones de inmigrantes que no se adaptan a nuestro estilo de vida, a nuestros valores, ni a nuestro sistema político-social y que como el aceite en agua, nunca podrán integrarse porque la brecha antropológica es demasiado amplia como para ser cubierta.

 

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es – 11.08.06

 

 

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