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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Canarias: ocupación con cuentagotas

Canarias: ocupación con cuentagotas

Redacción.- Las Islas Canarias sufren un doble problema, de un lado el aumento alarmante de la población, especialmente inmigrante y de otro la proximidad a Marruecos y a las costas del Sáhara Occidental. Canarias es el camino por el que optan las pateras, en los períodos en los que aumenta el control sobre el Estrecho de Gibraltar. Además, Canarias, verosímilmente, está siendo colonizado por parte de contingentes de la inmigración marroquí. La alteración demográfica que está sufriendo Canarias en los últimos años corre el riesgo de pulverizar el turismo del que ha vivido el archipiélago en las últimas décadas.


La detención en Lanzarote, de radicales islamistas, entre ellos el presunto máximo responsable de Al Qaeda para Europa e implicado en los atentados del 11–M, generó alarma en las islas. Se temía que la comisión de un atentado islamista en el Archipiélago redundaría en una crisis del turismo, principal fuente de ingresos. La mayoría de los detenidos era inmigrantes marroquíes.

La inmigración fue llamada la «enfermedad del siglo XXI» por el presidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín. En los cinco primeros días de septiembre de 2005, habían intentado alcanzar las costas del Archipiélago más de doscientos inmigrantes, la mayoría subsaharianos. Incluso el Frente POLISARIO denunció que el goteo constante de ilegales, era espoleado por Marruecos como «chantaje»  ante España y la Unión Europea. Por su parte, Paulino Rivero, presidente de Coalición Canaria destacó que la cooperación por parte de Marruecos no se corresponde justamente con la que le está brindando España, e instó al ministro a que se desarrollen los planes integrales de seguridad de fronteras a los que se comprometió el Gobierno ante este Parlamento «hace ya un año», máxime dada la «alarma social que se empieza a generarse».
Canarias, europea de cultura, geográficamente está próxima a las costas de África y no puede evitar que la crisis dramática que vive África desde la independencia, repercuta en su territorio. Los países africanos registran la tasa de natalidad más elevada del mundo.

África tenía 221 millones en 1950, 800 millones en 2002 y, según los cálculos, tendrá 1.300 millones en 2025. En toda África se produce una regresión económica y social, con retrocesos continuos del Producto Nacional Bruto y de la renta por habitante. El 46,3 % de la población africana vive con menos de un dólar al día. África forma parte de las regiones más amenazadas por el descenso de las cantidades de agua disponible por habitante. El continente africano sufre un verdadero problema de agua, tanto en términos de calidad como de accesibilidad, lo que provoca el éxodo rural hacia las ciudades donde el desempleo es muy alto… lo que obliga a la inmigración. Entre 1969 y 1990, el África subsahariana, ha sufrido 17 guerras que figuran entre los mayores dramas del siglo XX. Pandemias, hambrunas, desgobierno, guerras civiles, corrupción, completan el esquema del drama africano. No es raro que los africanos miren al Norte.

El paso del Estrecho de Gibraltar y las costas de Lanzarote y Fuerteventura son vasos comunicantes. Cuando el gobierno refuerza la vigilancia en el Estrecho (con posterioridad al 11–M, por ejemplo), la inmigración masiva se orienta hacia Canarias. Durante los tiempos del PP, la tesis oficial de éste partido era que «la inmigración legal es una oportunidad para crear empleo». Pero el problema es que en Canarias las tasas de desempleo para los autóctonos son exasperantes y la realidad desdice las buenas intenciones del gobierno: el aumento de la inmigración no disminuye el paro entre los canarios; lo aumenta; además, naturalmente, de que el valor de la fuerza del trabajo (el salario), disminuye al aumentar la oferta (a causa de la inmigración). El problema en Canarias aumenta a causa del retorno masivo de miles de inmigrantes de las islas que en décadas anteriores se desplazaron a Venezuela y que, a partir de 2003, han ido regresando paulatinamente, alejándose del chavismo. Se cree que están en esa situación entre 20 y 30.000 canarios que, una vez retornados a su tierra natal, contribuirán a agravar el problema demográfico. La limitación de la residencia en Canarias es vital: a pesar de la generosidad y de la hospitalidad propia del Archipiélago, las islas no son un lugar que pueda albergar nueva población sin límites de ningún tipo.

Quinientos mil canarios se encuentran situados ante el umbral de la pobreza y otros trescientos mil van trampeando el día a día, con dificultades. La tasa de paro cuesta a esta Comunidad 50 mil millones de pesetas en concepto cobertura para mantenimiento del desempleo a más de cien mil canarios. En Fuerteventura y Lanzarote los empleos los ocupan foráneos en proporciones superiores al 60 por ciento. No es como para sentirse orgulloso.

El número de trabajadores extranjeros afiliados a la Seguridad Social aumentó, en agosto del 2005, en 43.724 personas en toda la Península, con lo que el número total de inmigrantes registrados se situó al final de ese mes en 1.633.911 y de esta cifra, sólo 1.345.318 altas corresponden a trabajadores no pertenecientes a la UE. Pero, es significativo que esta cifra es apenas la tercera parte de los inmigrantes residentes en España en esos mismos momentos. Por autonomías, Cataluña se situó a la cabeza con un total de 370.336 afiliados (el 22,67 por ciento del total), seguida por Madrid, con 349.539 (el 21,39 por ciento), la Comunidad Valenciana, con 193.559 (el 11,85%) y Andalucía, con 175.652 (el 10,75%). Por debajo de los 100.000 afiliados, se situaron Canarias, con 86.756 (el 5,31 por ciento), seguida por Murcia, con 83.826 (5,13%); Baleares, 80.397 (4,92%); Castilla la Mancha, 57.494 (3,52%); Aragón, 52.181 (3,19%); Castilla–León, 43.863 (2,68%); País Vasco, 35.455 (2,17%); Galicia, 27.601 (1,69%); Navarra, 26.374 (1,61%); La Rioja, 15.176 (0,93%). Le siguen Asturias, con 11.318 (0,69%); Cantabria, con 10.286 (0,63%); Extremadura, 9.321 (0,57%); Melilla, 3.120 (0,19%) y Ceuta, 1.657 (0,1%).

Marruecos con 225.388 inmigrantes dados de alta en la Seguridad Social es el segundo grupo nacional representado, después de Ecuador. Se calcula que el número total de marroquíes residentes en España se sitúa en torno a los 800.000 inmigrados. 

En 2003, los trabajadores extranjeros acaparan el 8,88% del conjunto de la oferta de trabajo de Canarias, casi cuatro puntos superior a la media del Estado (el 5,36%). En Las Palmas el 24,4% de las altas corresponden a iberoamericanos; el 91%, africanos y el 7,1, asiáticos; y en Santa Cruz de Tenerife, los iberoamericanos suponen el 28,9%, los africanos el 19,4%. Alrededor del 32% de los extranjeros demandantes de trabajo en Canarias, más de 2.000 personas, aparecían como perceptores de prestaciones de desempleo.
En un informe de la Dirección General de la Policía del Ministerio del Interior, de diciembre de 2004, se indica que los diez países que más aportan a la población de las Islas son Alemania, Reino Unido, Italia, Marruecos, Colombia, Cuba, Venezuela, China, Argentina e India. En 2004, el aumento respecto al año anterior fue de 12.204 residentes extranjeros, un 10,77% más. Sin embargo, entre 1999 y 2004, la variación ha sido de 83,7%. Los residentes en Canarias que más han aumentado en este periodo son los procedentes de África (277,9%) y de América del Sur (227,3%). Los residentes procedentes de África experimentaron un gran incremento en 2002 con una tasa de variación de 104%, según recoge el Anuario de la Cámara de Comercio. En 2003 y 2004 también se reflejan aumentos de un 19% y 8% respectivamente de tasa de variación; 2002 fue el año de despegue de los residentes procedentes de América del Sur con un 61% aunque, en este caso, se incrementa la intensidad del flujo en el 2003 hasta el 71% para bajar en el año 2004 al 14%. Durante los años 2002 y 2003 estos incrementos se compensaron parcialmente por los descensos en los residentes procedentes de Asia y América del Norte y Central. El total de habitantes de Canarias se acerca a 1.900.000 habitantes.

Mientras, entre los años 1996 y 2004, el crecimiento de población más considerable se produjo en Fuerteventura con una variación en el citado periodo del 44,25%, aunque es la provincia occidental la que muestra un aumento de población ligeramente superior con un 15,07% frente a un 13,05% de Las Palmas.

La Encuesta de Población Activa de Canarias de septiembre de 2005, registraba un incremento del número de parados en 21.000 personas, mientras que el Instituto Nacional de Estadística informaba de que en 2004 el crecimiento de la población en Canarias durante el año 2004 fue de 46.653 personas. Aumenta el paro y, paradójicamente, se dobla el flujo de población. En 2003, el aumento de población fue de unas sesenta mil personas. Hoy Canarias sufre un 12,79 % de paro, 2,59 puntos por encima de la tasa de paro media española. Lo absolutamente desproporcionado es que en 1940, Canarias tenía 690.000 habitantes y en estos momentos tiene 1.962.193; es decir, que en apenas sesenta años ha multiplicado casi por tres su número de habitantes. En algunas zonas de Canarias, la densidad de población llega casi a los 500 habitantes por kilómetro cuadrado, cuando la media de densidad demográfica española no sobrepasa los 75 habitantes por kilómetro cuadrado. Entre 1978 y 2003, el crecimiento demográfico fue del 24%; el triple de la media española. La vida en Canarias va a ponerse muy difícil a corto plazo de seguir así las cifras de crecimiento demográfico. Canarias precisa una ley de residencia y un plan de inmigración o de lo contrario en pocos años, sus habitantes, autóctonos y foráneos, literalmente, no cabrán en las islas, con todos los riesgos que ello implica.

En la última regularización masiva –la Zapatero–Caldera–Rumi, sin duda, la regularización más masiva, caótica y con manga ancha, que se haya dado en Europa en la última década– regularizó a 22.000 inmigrantes nuevos en canarias. A pesar de los problemas que esta regularización masiva va a crear en los próximos años a la sociedad española, el ministro Caldera declaró «ha sido un éxito de todos los españoles» y que se trata del «mayor proceso de afloramiento de economía sumergida en Europa de los últimos 40 ó 50 años». Era una forma –errónea– de ver las cosas. Así mismo, el delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, destacó que «estamos en una línea de modernidad, España ya no es un castillo feudal». Poco después, 30.000 africanos intentando asaltar las vallas de Ceuta y Melilla (septiembre de 2005) y la revuelta de magrebíes y subsaharianos en Francia (noviembre de 2005), `desmentían tan loables declaraciones de uno y otro personajes: España era una ciudadela sitiada y asaltada con técnicas medievales, mientras que magrebíes y subsaharianos evidenciaban su nula capacidad de integración en el «modelo francés» (el más generoso y abierto de toda Europa, tras el holandés que había quebrado en enero de 2005, con el asesinato de Theo van Gogh y las revueltas que siguieron).

En Canarias, la presencia de la inmigración se ha notado más que en cualquier otro lugar. No en vano, las islas están rodeadas de mar y el tránsito resulta más difícil que en la península. Esto ha provocado cambios en la población de Canarias. Los ciudadanos alemanes que se habían instalado en las islas desde los años 80, están abandonando aquel emplazamiento y desplazándose a zonas más «tranquilas». En abril de 2005, se supo que 1.300 alemanes establecidos en Canarias, se habían desplazado a otras comunidades autónomas, pasando de 12.726 a 11.416. Hay que decir, que la población alemana en Canarias, no es en absoluto conflictiva, sino que busca y da, «tranquilidad». Si se van de Canarias, es precisamente, por que la «tranquilidad» se va diluyendo, poco a poco. Por el contrario, en Tenerife, llegaron a lo largo de 2004, 4.479 personas procedentes de países iberoaméricanos (especialmente venezolanos, colombianos y argentinos), pasando de 24.664 en 2003 a 29.143 un año después, lo que supuso un incremento relativo del 18%.

Oficialmente, el 10% de la población residente en Canarias es de origen extranjero: 185.781 personas sobre un total de 1.915.540 isleños, en 2004. Santa Cruz de Tenerife con 928.412 habitantes, tiene a 94.701 extranjeros, el 10,20% de la población y Las Palmas con un total de 987.128 personas, de las que 91.080 son foráneas, el 9,23%, están en ambos casos, por encima de la media nacional: en toda España están empadronados 3.034.326 ciudadanos de otras nacionalidades, lo que equivale a un 7% de la población total (43.197.684). Solamente, Alicante, oficialmente, con un 16% y Gerona con un 12,44%, superan las cifras de Canarias. Al menos, oficialmente, aunque, en realidad, tras la regularización masiva de 2005, estas cifras se dispararon y el silencio del gobierno en torno a los porcentajes que se han dado con posterioridad, es elocuente. Por otra parte, se comete el error de considerar que el número de empadronados es la cifra más real de inmigración. En absoluto, se trata del «suelo» (no hay menos inmigrantes que los inscritos en el padrón), pero dista mucho de ser el «techo» (inmigrantes presentes en España que, por distintos motivos, no están dados de alta en el padrón).

Canarias –como cualquier otra isla– tiene un límite para su crecimiento demográfico; no todo aquel que desea vivir en Canarias tiene el derecho a hacerlo. Eso, o, si se supera el límite de sostenibilidad de las islas, aparecerán –están apareciendo– patologías sociales y alteraciones ecológicas de todo tipo. La producción de residuos sólidos al año es de 600 kilos por habitante y año; las necesidades de agua potable ascienden a 90 metros cúbicos por habitante y año. Canarias, volcada al turismo, ha descuidado los cultivos autónomos. El resultado ha sido una dependencia absoluta de los alimentos llegados del exterior de las islas. Los 2.000 kilómetros cuadrados de las islas, están recorridos por 600.000 vehículos. El aumento de la población hace que cada año aparezcan nuevas necesidades que es preciso cubrir (alimentos, agua, electricidad, hospitales, policía, magistratura, servicios sociales, etc.). O se promulga una ley de residencia y se contiene a la inmigración masiva, o las Islas Afortunadas van a convertirse en un lugar absolutamente inhabitable.

En el momento de escribir estas líneas, el gobierno solamente ha sido capaz de parchear situaciones límite, pero ni siquiera ha intentado reconocer la naturaleza real del problema: que la debilidad del PSOE en materia de inmigración, evidenciada en la reforma de la Ley de Extranjería en 1999 y responsable del primer efecto llamada, unido a la regularización masiva de 2005, que ha revitalizado ese efecto, han terminado por descontrolar completamente el problema de la inmigración. Hoy, globalmente, la inmigración se percibe, cada vez más, como una carga, progresivamente insoportable, que como un beneficio para los países europeos. 

Llama la atención que el gobierno ZP (y antes el de Aznar), diera como única solución al goteo constante de ilegales a las costas de Lanzarote y Fuerteventura, simplemente, trasladando el problema a la península. En efecto, en noviembre de 2004, la secretaria de Estado de Inmigración y Emigración, Consuelo Rumí, afirmó en el Congreso que mantendría la política de traslado de inmigrantes irregulares desde Canarias a otras comunidades. En esa comparecencia, aseguró que una de sus prioridades sería la de impulsar los convenios de repatriación de los inmigrantes subsaharianos tanto con Marruecos como con el resto de los países de origen de los sin-papeles. «El Gobierno se propone impulsar decididamente la cooperación con Marruecos y a mejorar los mecanismos de lucha contra la inmigración irregular, entre ellos el acuerdo de readmisión suscrito en 1992», resaltó Rumí. Ja. Quien decía esto, ignoraba la trayectoria que había tenido dicho acuerdo hispano–marroquí. En el próximo capítulo aludiremos a este tema.

Un año después, cuando se produjo la crisis de las vallas de Ceuta y Melilla, nada se había hecho, más allá de las buenas palabras y las protocolarias declaraciones. Salvo los inmigrantes ibearoamericanos, el resto de inmigrantes magrebíes y subsaharianos, llegan a Canarias a través de Marruecos y de las mafias instaladas en el territorio del Sáhara Occidental. Gracias a varios factores, entre ellos, la actitud de Marruecos, la inmigración se ha transformado en un problema endémico para España y con una gravedad mucho mayor en Canarias. 

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es

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