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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Una religión mundial para un gobierno mundial

Una religión mundial para un gobierno mundial Redacción.- Hace unos años, recopilamos apuntes para un libro sobre el movimiento de la New Age. Cuando acabamos esta tarea nos dimos cuenta de que el tema era completamente irrelevante y de ahí no surgiría nada verdaderamente interesante y profundo. Sin embargo, algunos de los datos que recogimos, en sí mismos, tienen cierto interés. Como estos relativos a la “religión mundial” surgida de los bajos fondos teosóficos.

Me sería difícil ser duro con una corriente que me ha facilitado todo lo que le he pedido. Necesité unas fotos de cierto edificio en Nueva York y me las envió "Buena Voluntad Mundial", les solicité información y me enviaron desde Ginebra una caja con los folletos y opúsculos requeridos; pedí más y me enviaron más. Incluso recibí un listado de libros por si quería consultarlos por correo y devolverlos luego. Cuando los discípulos de Alice Ann Bailey hablan de "servicio" no bromean. Lamentablemente les pedí que me pusieran en contacto con algún representante de la "Escuela Arcana", los "Triángulos" o "Buena Voluntad Mundial", y mi propuesta no fue atendida. En estos momentos tengo sobre la mesa de mi oficina, no menos de setecientos folios fotocopiados o ciclostylados emitidos por estas tres organizaciones fundadas por la señora Bailey. En estas publicaciones se suele recomendar la lectura de algunas de las veintitantas obras de la fundadora, fallecida en 1949. Esta copiosidad me recuerda a los teósofos blavatskianos; y con razón. Alice Ann Bailey afirmaba estar en contacto con los mismos "mahatmas" que Helena Petrovna Blavatsky, pero si ésta recibia de ellos mensajes mediante escritura automática, Alice los canalizaba por "clariaudiencia". A estas alturas me parece lógico que los lectores, en caso de no estar familiarizados con la temática ocultista, se hayan perdido.

Y es importante recordar a esta mujer que hizo coincidir el nacimiento de la Nueva Era de Acuario con la fundación de las Naciones Unidas y que construyó una organización internacional que recibe cierto apoyo de esta alta instancia internacional. La Bailey decretó que la fundación de las NN.UU. abría la "Era de la Luz". Buena parte de sus actividades y propuestas tienen mucho que ver con el espíritu fundacional de las Naciones Unidas. Vayamos por partes.

Hablemos primero de las connotaciones teosóficas. Pocas personas en la historia del ocultismo han sido tan discutidas como Helena Petrovna Blavatsky (a partir de ahora H.P.B., tal como gustan recordarla sus incondicionales). Nadie como ella tan admirada por unos y denostada por el resto. Decididamente no se podía permanecer neutral ante la personalidad de H.P.B. Su obra supone un hito en el marco del ocultismo occidental. Y su obra se concretó en una institución: la "Sociedad Teosófica".

Se interesó por las doctrinas hindúes. Sus partidarios dicen que recibió enseñanzas de lamas tibetanos. Sus detractores lo niegan. Sus partidarios la ensalzan como a una elegida; sus adversarios la tachan de hábil estafadora y niegan cualquier valor a su doctrina.

No vamos a valorar su moralidad. Podemos recomendar, eso sí, un par de libro en los que la abundancia de datos y la sistematización en el tratamiento del tema, juegan en contra de H.B.P.: "El Teosofismo" de René Guenon y "El mandril de la Blavatsky" de Peter Washington. Realicé una reseña para "El Viejo Topo" de este último libro y puedo asegurar que resulta tan demoledor o más que el escrito por Guenon el cual, por su parte, se benefició de confidencias de hindúes de alta casta, hartos de las falsificaciones que el teosofismo hizo sobre su religiosidad.

Decíamos que no íbamos a juzgar la moralidad de H.P.B., pero puede intuirse lo que sospechamos. No vemos, lo que se dicen, cualidades edificantes en esta mujer nacida rusa. Lo peor viene al examinar sus doctrinas. Hemos hecho un esfuerzo por penetrar en el interior de la complicada doctrina teosófica y lo hemos hecho cuando ya teníamos una formación mínima en budismo e hinduismo. Muy poco de lo que los teósofistas consideran "budismo" e "hinduismo" tiene algo que ver con lo que enseñan estas escuelas. A veces las distorsiones llegan a provocar carcajadas: así pasa con la célebre obra de Sinnet "Buddismo Esotérico" o con los escritos de Leadbeater sobre la masonería, la alquimia, etc.; ambos fueron prominentes teosofistas. La traducción de Annie Besant -sucesora de H.P.B. al frente del teosofismo- del "Bhagavad Gita" es, poco menos que catastrófica. Y en cuanto a los escritos de H.P.B. -"Isis sin Velo" y "La doctrina secreta"- los varios miles de páginas abruman al lector e impiden cualquier tipo de análisis valorativo. Todo esto es un gran e inmenso caos, absolutamente inorgánico, sin raíces, en la mejor de las hipótesis indica incomprensión de las doctrinas orientales; en el peor, pura y simplemente, falsificación... Lo cual no quita para que los teósofos, dejando aparte su credulidad, sean gentes excelentes.

Ni una sola de las doctrinas teosofistas pueden estar respaldadas por la tradición hindú. La doctrina de la evolución de la humanidad a través de distintas "razas matrices" es una lamentable muestra de la imaginación de H.P.B. y de las tragaderas de sus discípulos. Su obstinación en encajar cualquier tipo de doctrina con el número siete, produce inevitables confusiones. El espacio, para ella, tiene siete dimensiones. Los planos de la vida son siete y las partes constitutivas del ser otras siete. Las razas matrices son siete y siete los planetas, cada raza tiene, a su vez, siete subrazas y así sucesivamente. Guenon escribía a propósito de esto: "Los teosofistas se esfuerzan de tal modo por hallar dondequiera el septenario que, donde hallan clasificaciones que comprenden tan sólo cinco principios o cinco elementos -lo que sucede frecuentemente en la India al igual que en China- pretenden entonces que existen otros términos a los que se habría tenido ocultos; naturalmente, nadie puede dar la razón de tan singular discrección"...

La doctrina de la reencarnación y la del karma gozan de un espacio preferente en las reflexiones teosofistas. Pero, Dios mío, que interpretaciones más adulteradas sostienen... en la práctica están reducidas a la dimensión puramente moralista, tan habitual en el mundo protestante y anglosajón.

No hay que olvidar la importancia del teosofismo en la configuración de buena parte de las ideas de la "New Age". El teosofismo ha proporcionado a la Nueva Era muchos de los esquemas que siguen. Hoy, el teosofismo pesa poco, pero hubo un tiempo en el que la única forma de acceder al pensamiento oriental -cuando no existían textos de divulgación, ni traducciones- era a través del teosofismo. Esto ocurría en el último tercio del siglo XIX y en las primeras décadas del XX. Muchos de quienes se acercaron por curiosidad al teosofismo por el atractivo que ejercía sobre ellos Oriente, o bien se adhirieron a una visión adulterada de aquella religiosidad, o bien se alejaron a toda prisa, considerando que se trataba de payasadas. En la India la teosofía nunca ha gozado de mucha reputación -salvo en Ceylán- y apenas se le considera una especie de confesión protestante, ligada al colonialismo inglés.

Discutir con un teósofo resulta complicado. Para él sus libros de referencia han sido escritos por H.P.B., pero están inspirados por "entidades espiritualmente superiores". Es el famoso tema de los "mahatmas" o "maestros ocultos" que ha hecho verter tantan tinta. La Blavatsky, en estado de trance, "canalizaba" información procedente de unas entidades "espiritualmente evolucionadas", a modo de sujeto pasivo: así pues el contenido de sus libros no es criticable en tanto que producto humano, sino elevado a la categoría de dogma al haber sido "vertido" por entidades semi-divinas. A partir de aquí la doctrina es perfectamente incontrovertible.

Claro está que todo esto es discutible. En primer lugar porque el hecho de que alguién "vierta" un texto, no implica que proceda de una entidad "superior"; por poder serlo, también puede emanar de una naturaleza demoníaca, o simplemente producto de un espíritu burlón. También es cierto que puede tratarse de un fraude. La veracidad de una doctrina "inspirada" o "revelada" se mide por su coherencia: un humano puede cometer un error, un semi-dios no. Y los errores abundan en las páginas teosóficas...

Por eso, uno tiene tendencia a desconfiar cuando se entera de que Alice Ann Bailey (a partir de ahora A.A.B.) tuvo como inspirador el famoso "mahatma" Koot Hoomi, el mismo que inspiró a la Blavatsky sus más farragosas, abstrusas, confusas y difusas obras; pero el nombre de A.A.B. está ligado, sobre todo, a Djwhal Khul (a) "El Tibetano", que también había aparecido brevemente en el universo blavatskyano... Mal asunto por que las reservas que hemos manifestado en relación a H.P.B. pueden aplicarse a A.A.B. y lamento hablar así sobre la inspiradora de este grupo que me ha ido enviando las diapositivas y los materiales que les ido pidiendo, además de manera gratuita. Pero considero, por mi parte, un rasgo de sinceridad intelectual exponer lo anterior y lo que sigue.

En 1977 conocí a un ciudadano guatemalteco que dirigía una revista de información política; se llamaba José René Barón Ferrufino; en el curso de la guerra civil que asoló a aquel desgraciado país centroamericano, perdí el contacto y supe luego que él y su publicación habían desaparecido. Me aseguraron que murió en el curso de una vendetta política. Barón le dedicó a mi mujer un libro que recogía curiosas informaciones sobre distintos aspectos de la historia contemporánea. Entre otras cosas se hablaba del "Salón de la Meditación", un espacio situado en el edificio de las Naciones Unidas de Manhatan que sería el centro de una "nueva religión mundial". A una organización con vocación mundialista correspondía una espiritualidad, igualmente, mundialista. Nunca había oido nada parecido y, mi reacción fue de escepticismo. Leí algunas obras sobre la fundación del organismo internacional y especialmente de su primera época y no había absolutamente ninguna referencia a aquella misteriosa "sala". Pero lo cierto es que Barón Ferrufino añadía un par de fotos y datos muy concretos. No fue sino hasta 1991 cuando confeccionando la base de datos de nuestra biblioteca familiar, volví a encontrarme el libro en cuestión y decidí informarme sobre el tema.

Yo, por entonces, si bien había oído hablar de A.A.B., nada sabía de las organizaciones por ella creadas. Y sin embargo el libro de Barón Ferrufino mencionaba una serie de instituciones, entre ellas la editorial "Lucis Trust". Me procuré la dirección en Ginebra y escribí. Así mismo envié un fax a la Secretaría General de las NN.UU. para que me enviaran documentación sobre el tema. Campoy, el director de "Más Allá" quería publicar un artículo sobre el tema y necesitaba material gráfico. Solo al cabo de diez meses recibí de la Delegación de las NN.UU. en Madrid un pobre folleto ciclostilado que contenía una mínima parte de la información que recogía Barón Ferrufino. Las ONGs colaboradoras de las NN.UU. y de sus agencias no sabían nada sobre la "sala" en cuestión; ni tampoco había rastro del lugar en las bibliotecas que consulté.

Pero en 1995, desde el 120 de Wall Street, me llegó un sobre de "World Goodwill" (Buena Voluntad mundial) con un par de diapositivas que demostraban la realidad de aquella misteriosa "sala". A partir de ahí empece a ordenar mi documentación y me llevé un buen número de sorpresas.

La "Sala de la Meditación", en efecto, está todavía hoy abierta al público para que gentes de distintos pueblos y razas, procedentes de horizontes culturales y geográficos, en ocasiones antípodas, puedan hacer votos por la paz y la fraternidad humana, es decir, unas nobles intenciones en cuya plasmación las Naciones Unidas han cosechado ya múltiples y dolorosos fracasos.

Para mantener vivos y perpetuamente estos principios se construyó el "Salón de la Meditación" en el edificio central de las NN.UU. en Nueva York. Se trata de una planta trapezoidal de 9 metros de largo y cuyas paredes paralelas desiguales miden 3 y 6 metros respectivamente. El eje está orientado hacia el noreste y en su centro se encuentra una mesa metálica de 1 x 2 metros, construida en magnetita (piedra imán). Dicho bloque, debe pesar varias toneladas y está sostenido por una columna cuadrangular de cemento armado que se hunde más allá de los sótanos y los cimientos del edificio, hasta llegar a la capa de roca sobre la que se asienta éste. En la pared más pequeña -la de 3 metros- se exhibe un fresco del pintor sueco Bo Beskow, de estilo abstracto; sus dimensiones son 2,60 m. de alto por 1,80 de anchura. Tales son las proporciones de este verdadero primer templo de la Nueva Era. Y a unos pasos de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

La visita a este "Salón" es libre; dos policías custodian la puerta acristalada que da acceso a un corredor oscuro que conduce hacia la izquierda. Este pasillo supone un fuerte contraste con la iluminación a base de fluorescentes que le ha precedido. En efecto, el corredor se encuentra prácticamente en penumbra. A su término, tras seis metros de recorrido casi tenebroso, a la derecha, el visitante encontrará la puerta de esta extraña sala. Verá el altar magnético iluminado de forma particular: desde el techo una lámpara desprende un haz de luz sobre el altar, el cual, por efecto lumínico, emite reflejos azulados de refracción. Completamente insonorizada, está "cámara de aislamiento sensorial", contrasta con el bullicio exterior; según quienes la han visitado, el silencio de la estancia consigue aturdir. El suelo está recubierto de moqueta azul y el fresco se encuentra iluminado de tal forma que se consigue ver la superficie pero no el marco que lo contiene. Tras el altar y entre él y la pared de 6 metros se encuentran algunos bancos para que el público pueda cumplimentar la función para la que ha sido creado el salón: la meditación.

Examinemos con más detenimiento la sala. Lo primero que se advierte es que las proporciones de la misma están en relaciòn 1 - 2 - 3: un lado superior de 6 metros, una base de 3 y una altura de 9 metros. Estas medidas, proporcionadas, así como la presencia de un altar en el centro, nos indican que nos encontramos en un lugar "mágico". Si proseguimos nuestro análisis geométrico de la sala advertiremos que dispone de cualidades sorprendentes.

Me dí cuenta hace más de quince años, mientras jugaba con una regla y un compás. Dibujé la planta del salón respetando escrupulosamente las proporciones. Primeramente advertí que si trazamos un línea recta desde cada ángulo de la sala hasta su opuesto advertiremos que el altar de magnetita se encuentra situado en el centro geométrico.

Trazando a partir de ese centro una circunferencia tal que su perímetro toque los cuatro vértices del trapecio, la base del mismo será, a su vez, la base que nos servirá para trazar una estrella de cinco puntas.

Esta estrella en la simbología masónica y, en general, en todos los esoterismos, es el símbolo del hombre cósmico, a la Humanidad que la Bailey consideraba protagonista de la Nueva Era de Acuario.

Prolongando sobre el plano la longitud de las dos paredes convergentes, más allá del fresco, irán a converger en un punto situado a 18 metros de la pared base del trapecio. No podía ser de otra manera, si tenemos en cuenta que los lados paralelos tienen unas dimensiones de 3 y 6 metros, es decir, en proporción 1 a 2, y que la distancia que lo separa son 9 metros (9 x 2 = 18 m.).

Si en este punto de convergencia de las prolongaciones de ambos lados apoyamos el compás y lo abrimos con cualquier ángulo, trazaremos un círculo que tendrá una propiedad sorprendente: el ángulo formado por esas prolongaciones de los dos lados, marcará sobre el círculo un ángulo tal que estará en condiciones de dividir la circunferencia en 19 partes iguales. Hay que señalar que desde el punto de vista matemático esta división es imposible ya que la división no nos da un número exacto, sino un período constante. Ahora bien, el problema de dividir un círculo en 19 ángulos iguales si tiene una resolución geométrica: la que acabamos de apuntar.

Los números clave de este enigma son el 5 (número del pentáculo inscrito en el círculo trazado tomando como base el altar y los cuatro ángulos de la sala) y el 10 (1 + 9, derivado de las 19 partes en las que se puede dividir el círculo trazado tomando como centro el punto de confluencia de los dos lados convergentes).

Existe entre estos dos números, el 5 y el 10, la misma relación existente entre el macrocosmos y el microcosmos. Si el 5 es el número del Hombre, el 10 es el número del Todo, de la Unidad infinita y del origen de todas las cosas. La kábbala judía atribuye al número 10 la letra Yod, inicial de Israel, de Yavhé y del gran patriarca Jacob. El color que la kábbala le relaciona es el color azul celeste, que es el mismo que encontramos en la bandera de las Naciones Unidas y en la moqueta que cubre el suelo del "Salón de la Meditación"

El significado simbólico del conjunto está, en este punto, completamente elucidado: el Salón de la Meditación es un espacio "humano" (marcado con el número 5) a través del cual se puede acceder al espacio trascendente (señalado por el 10).

Esta explicación está acorde con la que el autor del fresco, el pintor Bo Beskow, dió del mismo y que recojía Barón Ferrufino en su libro: "Todo lo que he intentado hacer al pintar el cuadro fue abrir la pared, dejar que el ojo viaje más lejos, abrir la menta, provocando una meditación". El folleto publicitario del "Salón" que me enviaron desde la Delegación de las NN.UU. en Madrid, corroboraba este orden de ideas: "cuando sus ojos viajen desde estos símbolos a la pared frontal [la del fresco] encuentran un camino sencillo abriendo el salón a la armonía, solidez, libertad y equilibrio del espacio". Mas allá del cuadro, sobre el plano, la convergencia de las paredes resuelve la imposibilidad matemática de dividir 360º en 19 partes iguales.

El altar situado en el centro del Salón fue donado por el gobierno sueco y es el mayor bloque de este mineral encontrado hasta la fecha. Fue desbastado y se le dió forma de ara. Llama particularmente la atención la innecesaria prolongación de la columna que lo sostiene hasta más allá de los fundamentos del edificio.

En el folleto que entregan a la entrada del Salón, escrito bajo la supervisión del propio Dag Hammarskjold (primer secretario general de las Naciones Unidas) no encontramos una explicación válida para tanto esfuerzo: "[el altar] nos recuerda también lo que es firme y permanente en un mundo de movimiento y cambio. El bloque de mineral de hierro tiene un peso y una solidez de lo que dura siempre. Es un recuerdo de la piedra angular de perseverancia y fe sobre la cual todo esfuerzo humano debe basarse".

Pero ninguna palabra se dice en relación a la costosa columna que sostiene el altar, ninguna explicación de por qué se optó por hacerla así y no limitada en profundidad por el suelo del Salón.

Tampoco existe dato conocido que contribuya a explicar este misterio.

Si hemos de interpretar los hechos objetivos, está claro que nos encontramos ante un intento de aprovechar las corrientes telúricas que fluyen bajo nuestros pies, a través de la columna que sostiene el altar y de la que éste sería un condensador. Tal condensador de energía telúrica (en zonas campesinas en Francia y en otras tradiciones se habla de la "Wouivre", serpiente que corre bajo la tierra; tradiciones corroboradas por la ciencia moderna con el nombre de "líneas geodésicas", aquellas que marcan zonas en donde el magnetismo terrestre es más acusado) sería un elemento que ayudaría a la concentración y meditación del visitante.

Queda por examinar el misterioso fresco de Bo Beskow. Que no se trata de un cuadro abstracto realizado al azar está claro tras una ojeada somera. Está compuesto por 72 figuras geométrias, de las que 22 son triángulos; en la parte superior izquierda, esquematizada, está una media luna, cuya circunferencia interior es equidistante del centro de la otra circunferencia, completa esta, pero partida en dos colores, que se encuentra en la mitad superior derecha.

Cortando el cuadro de arriba a bajo, una diagonal inclinada se ve recorrida por una línea curva que, yendo y viniendo, la atraviesa en nueve ocasiones. Los colores dominantes son grises y los tonos azules claros, pero también hay franjas blancas y amarillas. Destaca sobre todo, la media esfera negra. En el comentario publicado al ser inagurada la sala en la Revista de las Naciones Unidas, se podía leer: "Como un punto de descanso para quien mira, el autor pintó una mancha negra en medio de los colores pálidos, un medio círculo en el cual todas las líneas del fresco convergen".

¿Cuál es el significado -si lo tiene- de todo esto? El cuadro fue encargado directamente por Dag Hammarsjold (notorio francmasón) y exhibido por vez primera en noviembre de 1957; "no tiene título, vd. puede interpretarlo como quiera". Pero tras la aparente anarquía de colores y formas, se percibe un ritmo y una síntesis simbólica no desdeñable.

Antes ya hemos aludido al número 72 como característico de los cultos sethianos y de cierto linaje de la tradición egipcia. Aquí vuelve a aparecer. Las 72 figuras geométricas son el resultado de dividir los 360º de la circunferencia, por 5. Esta cifra es, según la Kabbala, la que indica los 72 nombres de Dios, derivados de permutar las cuatro letras del Tetragramaton (JHVH = Jehová) todas las veces posibles. El número de triángulos es igualmente significativos: 22 son, ciertamente los Arcanos Mayores del Tarot y el Loco (el comodín de las barajas modernas). "Triángulos", dicho sea de paso, es el nombre de una de las tres organizaciones inspiradas en los escritos de A.A.B.

El origen del número 72 se remonta a la parte más problemática de la tradición egipcia. Existió una leyenda que aludía a los "72 Compañeros de Seth". Si la mencionamos es por la importancia que la masonería tiene en la formación de los Estados Unidos y por que dicha leyenda es una de las manejadas en algunas obediencias masónicas y en los medios ocultistas. Steh, dios de la cabeza de asno, estaba rodeado de 72 compañeros que le secundaron en el asesinato de Osiris y en la persecución de Isis.

Seth y sus compañeros constituían en la leyenda un "colegio iniciático" opuesto a Osiris-Isis. Si Osiris encarna el orden y la naturaleza uránica y solar, estable o, por decirlo en términos clásicos, apolínea y olímpica, Seth, el Tifón griego, era el símbolo del caos. Es significativa esta inclusión de 72 figuras poligonales. Y es así mismo significativo que, como estamos viendo, sea posible vincularlo a una obra de inspiración masónica y ocultista. En cuanto a la diagonal, por ejemplo, situada transversalmente en el cuadro de arriba a abajo, es, a su vez, atravesada por una curva serpentina que en nueve ocasiones. El 9 corresponde a la letra hebrea Teth que simboliza a la Serpiente de la Sabiduría; las nueve interferencias de la curva sobre la recta determinan en ésta diez secciones, equivalentes a las diez sephiras de la kábala hebrea.

El cuadro es una representación abstracta del "hombre primordial", el Adam Kadmon de la Khábala y cuya columna vertebral es la línea diagonal atravesa por la Serpiente de la Sabiduría. Este hombre primordial debe atravesar todas las situaciones posibles de la vida (los 22 arcanos del Tarot), para poder vivir realizarse plenamente: tal es lo que se pretende lograr con la "Sala de la Meditación".

La creación de la Sala de la Meditación no constituyó un hecho aislado. El Consejo Mundial de las Iglesias ejerció presión sobre la ONU para instalar la Sala en cuestión, hasta que el 18 de abril de 1949, Trygve Lie, primer secretario general de la ONU, anunció que se instalaría en el edificio central de la organización, entonces todavía en construcción. Este Consejo fundado en 1948, agrupa hoy a 332 iglesias de un centenar de países. En 1992 surgieron fricciones en el interior. En efecto, durante la Asamblea de la organización celebrada en Camberra, los delegados atravesaron una doble hilera de hojas ardiendo, que despedían una densa humareda; se trataba de un rito de "purificación". Algunos delegados protestaron por lo que consideraban una práctica "pagana y animista".

El Movimiento de los Laicos Cristianos había realizado la misma propuesta en 1946. Su secretario Weyman C. Huckaber, pastor metodista, recibió donativos durante 5 años del Fondo Davison, gerenciado por John Rockefeller, para estimular un proyecto paralelo. En efecto, el Movimiento de los Laicos Cristianos, instaló en el segundo piso de su propio local otro "Salón de la Medítación". Este grupo dispone de una biblioteca excepcionalmente bien dotada en temática religiosa y ocultista. El fondo originario de dicha biblioteca fue legada por Thomas Sugre y en su lomo presenta una curiosa e inequívoca señal: una T y una S (dibujada con forma de serpiente) superpuestas con una flor de loto encima. Es evidente que dicho símbolo es una esquematización del Ankh egipcio o "lleva de la vida", un símbolo muy apreciado por la teosofía y algunas corrientes masónicas.

En la Sala de la Meditación de las O.N.U., se colocó, poco después de su apertura, en 1955, un fragmento de un árbol del Africa francesa, contaba con 300 años de antigüedad y pesaba cerca de 400 kg. La idea partió de Wallace Harrison, director del equipo de arquitectos que planearon el edificio de la ONU y co-arquitecto y director del Rockefeller Center. Al colocarse luego el altar de magnetita, el árbol (verosímilmente una rememoración del "árbol de la vida"), el fragmento del árbol fue trasladado precisamente a la Sala de la Meditación del Movimiento de Laicos Cristianos.

A partir de 1953 se organizaron los "Amigos del Salón de la Meditación", organización que pronto contó con 1500 miembros que obsequiaron libros en blanco para que los visitantes dejaran su firma, datos personales y confesión religiosa. Warren R. Austin, ex-delegado permanente de los EE.UU. en la ONU, encabezaba este grupo de amigos y, por lo demás, pertenecía al Movimiento de Laicos Cristianos. En los años 50, esto revestía un auténtico culto religioso autónomo y sincrético. A mediados de la década se habían repartido 300 tarjetas de identificación a personas que iban regularmente a orar a la Sala de la Meditación. En los años 1953 y 54 se celebraron "Jornadas de Oración". También aquí la familia Rockefeller donó a esta asociación de "Amigos del Salón" cuantiosas sumas, siendo el otro benefactor, el propio secretario general Dag Hammarsjold. Ambos eran fran-masones.

Otra rama disidente de la teosofía norteamericana, pero similar en todo a la matriz común, la "Escuela Arcana" apoyó entusiásticamente todas estas iniciativas a través del "Boletín Buena Voluntad Mundial". En el número especial de julio de 1957, se aludía ampliamente a la sala de la Meditación con particular referencia al altar de magnetita.: "uno siente como si estuviera en presencia de algún talismán de natural noble y significativa importancia", habían escrito los discípulos de Alice Ann Bailey. De esta "influencia" debía partir el "nuevo punto de arranque en el pensamiento religioso".

Es difícil valorar en su justa medida algunos escritos de Alice Ann Bayley. Así por ejemplo escribió: "Dejad que la luz y el amor y el poder restauren "El Plan" sobre la Tierra. Se instaurará un mesías con un nuevo gobierno mundial y una nueva religión mundial, con numerosos fines políticos, sociales y económicos". Esto constituía algo más que palabras: las NN.UU. pretendía ser el germen de un "gobierno mundial", mientras que la "Sala de la Meditación" debía serlo de la "nueva religión mundial". La Bailey cuenta con unos miles de partidarios en todo el mundo, pero es evidente que se hacía eco de una tendencia que gozaba de fuerza y prestigio en las más altas esferas internacionales.

En la época de la fundación de las NN.UU., la "Escuela Arcana", era uno de los grupos que con mayor behemencia proclamaba el advenimiento del tiempo nuevo y de la era de la luz, señalados la creación de las NN.UU. "Lucis Press" es el nombre de la empresa difusora de las obras de Alice Ann Bayley. Originariamente la empresa se llamó "Lucifer Publishing Company", significativo nombre que cambió el 11 de noviembre de 1924...

El mundialismo cosmopolita y pacifista revistió, gracias a todos estos grupos el carácter de una verdadera religión. A partir de la V Asamblea General de las NN.UU., coincidiendo con la inauguración del Salón de la Meditación, los trabajos se realizan después de guardar un minuto de silencio. A partir de la VII Asamblea General se estableció como norma este minuto de silencio.

A medida que el tiempo fue pasando, las ilusiones iniciales se desvanecieron poco a poco y las organizaciones que hasta ese momento eran preeminentes y con iniciativa, se esclerotizaron en mayor o menor medida o se estancaron en su crecimiento e influencia. Pero es evidente que durante un tiempo, grupos ocultistas derivados de la teosofía, un sector de la masonería americana y distintas asociaciones mundialistas que enarbolaban la bandera del ecumenismo protestante y que, estaban excepcionalmente influidas por estas mismas corrientes masónicas, concibieron la idea de forjar un culto nuevo para un tiempo que consideraban nuevo.

Pero a pesar de su maniobrabilidad, de las altas complicidades de las que se beneficiaron (los primeros secretarios generales de las NN.UU., el clan de los Rockefeller, etc.), el tiempo se encargó de diluir estas esperanzas y la realidad las colocó en su lugar adecuado. Hoy subsisten, pero con un impulso atenuado y con una vida latente e inercial.

Después de los sucesos que ha tenido que vivir la humanidad en los últimos 50 años, sería raro que la idea de la era de la luz continuara ligada a la existencia de las NN.UU...

Toda esta temática pesa mucho en el ambiente de la Nueva Era. En casi todas sus organizaciones está presente la idea de una nueva religión mundial que haya de sustituir a las religiones del período anterior. Se diría que la consigna es "mundialismo".

Todas mis reflexiones sobre el Salón de la Meditación constituyeron un diálogo conmigo mismo, unas investigaciones personales que solamente hoy comparto con alguién, con los lectores. No puedo evitar sorprenderme de que el ocultismo haya alcanzado a las más altas instancias de las NN.UU.

Pero hay algo que me sorprende todavía más: el mundialismo del que hace gala la triple obra de A.A.B. está íntimamente unido a otro fenómeno dominante en la Nueva Era, ya mencionado: el telurismo.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es

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