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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Gaudí y la masonería: con la AIT

Gaudí y la masonería: con la AIT Redacción.- Presentamos un nuevo capítulo de la serie “Gaudí y la Masonería. Caso abierto”. Se alude en estas líneas a las relaciones del arquitecto con la Cooperativa Obrera Mataronense, formada por Salvador Pagés, amigo de Gaudí y uno de los miembros de la AIT en España. Esta relación es importante por la naturaleza de los trabajos que realizó, por que allí conoció a la única mujer a la que se declaró y por que, finalmente, allí rompió con la masonería y la izquierda obrera, republicana y federal.

Capítulo VIII

La Cooperativa Obrera Mataronense

Si hemos aludido a la Cooperativa Obrera Mataronense es, precisamente, por que no se trataba de una organización anarquista como otra cualquiera, sino que en su interior, existía una increíble acumulación de gentes que unían, a sus ideales libertarios, la pertenencia indubitada a la orden de los francmasones. Como el propio Pagés… (1)

Es importante seguir el período de tiempo en el que Gaudí realizó distintos trabajos para esta Cooperativa por la razón de que, después de sus relaciones con los Fontseré, es ahí en donde trabajo “por última vez” con notorios francmasones. Y eso nos permite acotar una horquilla de tiempo que transcurre entre la llegada de Gaudí a Barcelona y su trabajo en la Cooperativa Obrera de Matarón, único período en el cual, existe la posibilidad de que Gaudí perteneciera a la masonería, lo cual contribuiría a explicar algunos símbolos que, posteriormente, utilizaría, cuando ya había abandonado la Orden.
Cuando escribimos “El Misterio Gaudí”, entre las pistas falsas que seguimos, figuraban tres hechos “anómalos” que un satanista miembro prominente del Templo de Seth y profesor universitario, por tanto, con cierto conocimiento de lo que estaba hablando, nos señaló: las estrellas invertidas que aparecían en las “vitolas” situadas en las tapias del Park Güell, el dibujo del macho cabrío depositado en la Cátedra Gaudí y realizado por el arquitecto en su período juvenil y, finalmente, la escala 1:666 que utilizó para el plano de la Cooperativa Obrera Mataronense en 1881. El satanista en cuestión, sostenía, utilizando estos tres elementos, que Gaudí habría pertenecido a alguna “masonería luciferina” cuya existencia denunciaría unos pocos años después Leo Taxil (2). Se trataba, evidentemente, de una enormidad de la que no nos hicimos eco, pero si es rigurosamente cierto que tanto los diseños como la escala del plano existen. Y es posible, interpretar esa escala y esa fecha como el final de la cooperación de Gaudí con los medios cooperatistas-masónicos.
En efecto, el plano con la escala anómala está firmado en 1881 y se titula “Sociedad Cooperativa La Obrera Mataronense. Plano General”. “El plano incluye todo el proyecto completo con indicación de lo realizado y de lo simplemente proyectado” (3). En 1875, Gaudí había, como hemos visto, diseñado durante su estancia en el estudio de los Fontseré, algunos de los elementos decorativos del Parque de la Ciudadela. Luego, uno de sus primeros trabajos fue el diseño de las farolas de la Plaza Real (1878) que, como hemos visto, se inspiró en los Porches de Xifré. Todo esto indica que, entre 1874-5 y 1881 existe una orquilla de tiempo en la que los clientes de Gaudí pertenecen a la masonería (incluidos Salvador Pagés y otros socios y amigos de la misma cooperativa), trabaja con arquitectos que son notorios francmasones (los hermanos Fontseré), participaba en asociaciones como la de Excursiones Científicas con presencia e influencia masónica (Eudaldo Canivell) o bien, realiza diseños inspirados en una “morada filosofal” de indiscutible raigambre masónica (la Casa Xifré y las farolas). Si Gaudí perteneció en un momento de su vida a la masonería… solamente pudo ser entre estos seis años.

Más tarde, se produjeron convulsiones políticas –el deslizamiento del anarquismo hacia su vertiente terrorista y el desbordamiento extremista de las posiciones del cooperativismo sostenidas por Pagés- y un cambio en las posiciones personales del arquitecto hacia el catolicismo. En este sentido, puede entenderse que utilizara la escala 1:666 en su trabajo para la cooperativa: era una forma de significar su falta de entendimiento con los principios que guiaban al grupo de Pagés. Gaudí realizó trabajos posteriores para la cooperativa, pero fueron de escasa entidad. El estandarte lo diseñó en 1884 y acarreó todo tipo de problemas: era tan grande y pesado que resultaba imposible que lo llevara una sola persona en los desfiles y manifestaciones. Josefa Moreu que, junto a su hermana, se habían comprometido a bordar la bandera, escribió al arquitecto: “Muy Sr. Mío: es difícil bordar una hoja con tanto detalle” (3). Para colmo, la abeja –símbolo de la laboriosidad y el trabajo- que figuraba en la cúspide del estandarte, metálica, compacta y de 35 centímetros, hacía prácticamente imposible que fuera trasladado verticalmente. Pero hay algo más.

El 2 de agosto de 1885, “El Eco Liberal” (4) daba cuenta de un acto que tuvo lugar el 28 de julio anterior en la famosa sala de blanqueo –diseñada por Gaudí de la Cooperativa y en la que utilizó por primera vez arcos catenarios de madera-. La directiva de la asociación había llamado a Miguel Morayta, Gran Maestre del Gran Oriente de España y, sin duda, una de las figuras más relevantes de la masonería española en el último tercio del siglo XIX. Gaudí había diseñado el decorado. Entonces ocurrió un episodio significativo. El arquitecto había convertido el escenario en un vergel y, al parecer, con gran ingenio, canalizó un flujo de agua que formaba una cascada y recorría el escenario. En aquella ocasión, mientras Agustina Moreu dirigía un coro de niñas que cantaron un fragmento de “Saffo”, ópera de Pacini, mientras que su hermana, Pepeta, tocaba el piano. Antes se habían hablado Pagés y otros miembros de la directiva, pero todos eran “teloneros” para la alocución de Moraya. Cuando éste empezó a hablar, el ruido del agua al romper sobre la cascada y el motor eléctrico que la accionaba, impedían oír su voz (no existían ni micrófonos, ni altavoces, no lo olvidemos). Le pidieron a Gaudí que interrumpiera el flujo, pero éste se negó en redondo: “Si no se entiende lo que dice, mejor. Porque esa gente de Madrid son todos un atajo de tontos” (5). El episodio es algo más que una prueba de lo que luego serían los proverbiales estallidos de mal genio del arquitecto; indicaría una falta de respeto por la figura de Morayta que era, en la época, sin duda la personalidad más indiscutible de la masonería española. Pero estamos en 1885, después de que Gaudí haya evidenciado su rechazo a los ideales de la Cooperativa, utilizando la escala maldita, que incluía el “número de la Bestía” del Apocalipsis, el “666”. No se me ocurre otra explicación para que, en un cierto momento, el arquitecto utilizara una escala tan anómala e inusual en la historia del arte.

Pero esa posición de rechazo no era, desde luego, la que había sostenido Gaudí en los primeros momentos de su colaboración con la Obrera Mataronense. Como hemos dicho, los inicios de la vinculación de Gaudí con la Cooperativa datan de 1875. En 1878 su firma aparece en un proyecto para la construcción de una casita dentro de los terrenos propiedad de la Cooperativa y en el mes de mayo elaboró el plano del casino de la institución que nunca se construyó. Sin embargo, este proyecto es importante por que, en el interior de la sala principal, los muros debían estar decorados con unas frases que han sido innumerablemente citadas para indicar la ingenuidad y simplicidad de ideales que guiaba a los cooperativistas y al propio Gaudí (6) … de quien se ha discutido si las consignas en cuestión eran suyas o inspiradas por Pagés. La cuestión de las frases no es secundaria: si son suyas, indicarían cierto grado de identificación con los ideales del cooperativismo de la época. Bassegoda explica que las consignas fueron sugeridas, “por los socios de la cooperativa” (7), lo que no implica que Gaudí no los compartiera. Algo que encajaría con las opiniones “progresistas y de izquierda” que según el libro de Elías mantenía Gaudí en esos momentos, muy en sintonía con el anticlericalismo de que hacía gala la masonería en la época.

Ya hemos visto que existen unas cuantas referencias que pintan al Gaudí de ese período como anticlerical impenitente, relacionado con una tertulia blasfema y, sino militante, si al menos simpatizante de organizaciones de izquierda. ¿Puede ser cierto todo este material? Digamos que entraría dentro de lo probable, aunque la imagen de este “Gaudí juvenil” y desvergonzado, choque con la imagen de místico cristiano que ha pasado a la posteridad como cliché del “Gaudí maduro”.
La Cooperativa Obrera Mataronense tendrá todavía un fleco más que aparecerá, precisamente, en la vida del “Gaudí maduro”.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokriris@yahoo.es

NOTAS Y REFERENCIAS

1) La historia de la Cooperativa Obrera Mataronense puede leerse en “El Gran Gaudí” de Joan Bassegoda Novell, Editorial Ausa, Sabadell, 1989, págs. 93-105. El autor, de todas formas, elude señalar la pertenencia a la masonería de muchos de los miembros de la cooperativa.

2) A partir de 1885 se produjo una eclosión de la literatura antimasónica que vinculaba a esta Orden al satanismo. El artífice único de todo este material fue Gabriel Jogand Pagés, que firmaría sus escritos con el seudónimo de “Leo Taxil”. En 1897, el propio autor confesó que todas las informaciones relativas al satanismo masónico eran falsas. Sin embargo, sus escritos tuvieron en aquella época –e incluso en la actualidad- un peso decisivo a la hora de que los católicos realizaran una valoración de la masonería. El mejor estudio en lengua española sobre el “affaire Taxil” puede leerse en “El contubernio judeo-masónico-comunista”, J.A. Ferrer Benimelli, Colección Fundamentos, nº 78, Ediciones Istmo, Madrid 1982, Capítulo I, págs. 31-131. Así mismo, por su accesibilidad, puede consultarse también un resumen de la cuestión en Internet: “El Asunto Leo Taxil: masonería, satanismo y erotismo”, Ernesto Milá, URL: http://www.arrakis.es/emila.

3) “El Gran Gaudí”, Ob. Cit., pág 95.

4) “El Gran Gaudí”, Ob. Cit., pág. 97.

5) “El Gran Gaudí”, Ob. Cit., pág. 97-99. que reproduce la totalidad del artículo “La velada de la Cooperativa”, La Voz del Litoral, órgano del Partido Republicano Histórico, Mataró, domingo 2 de agosto de 1885.

6) “Gaudí, de Piedra y Fuego”, Ob. Cit., pág. 102.

7) Las frases en cuestión, citadas en casi todas las biografías de Gaudí, eran: “No hay nada más inmenso que la
fraternidad”, “Viva la nobleza de conrazón que es la vida”, “Compañero, sé solidario, practica la bondad”, “Compañero, sé solidario, practica la bondad”, “¿Quieres ser hombre de ciencia? Sé bondadoso”, “Impulsemos la humanidad hacia el amor” y “Los muchos cumplimientos son prueba de falsa educación”.

8) “El Gran Gaudí”, Ob. Cit., pág. 95.

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